Como ya se esperaba, este jueves el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, confirmó que aceptó albergar las negociaciones que buscan desencallar la grave crisis política y social que vive Venezuela.

“Me acaba de informar el secretario de Relaciones Exteriores (Marcelo Ebrard) que, a propuesta de Noruega, se propone que México sea sede para llevar a cabo estas negociaciones. Nosotros hemos aceptado porque buscamos el diálogo”, expresó el mandatario en rueda de prensa matutina en el Palacio Nacional.

Se estima que esta reunión se dará este mismo agosto, aunque el mandatario, del izquierdista Movimiento Regeneración Nacional (Morena), evitó dar una fecha e incluso se disculpó por revelar el encuentro.

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“Nosotros aceptamos porque lo que buscamos es que haya acuerdos y diálogos entre las partes. (...) Ojalá se logre”, remarcó López.

Poco después del anuncio, representantes de los cuatro grandes partidos de la oposición de Venezuela dijeron que acudirán al diálogo, que dicen está previsto para comenzar el próximo 13 de agosto, en nombre de la llamada “plataforma unitaria”, según informaron a EFE fuentes del bloque antichavista.

Dichas fuentes no precisaron si en las reuniones estarán representados el dos veces candidato presidencial Henrique Capriles y el exvicepresidente segundo de la Asamblea Nacional (AN, Parlamento), Stalin González, que ya sostuvieron negociaciones con el Gobierno en 2020.

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Tampoco si estará María Corina Machado, líder del partido Vente Venezuela y representante del sector más derechista de la oposición.

Entre los cuatro partidos están Voluntad Popular —liderado por Leopoldo López— y el socialdemócrata Acción Democrática, ambos intervenidos por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), que puso al frente a antiguos militantes expulsados por sus compañeros y acusados por ellos de corrupción. También Un Nuevo Tiempo, que se define como socialdemócrata, y Primero Justicia, del que forma parte Capriles, aunque ha mostrado diferencias públicas con la actual dirección.

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Dichas fuentes aseguraron que el problema de la fecha propuesta para el comienzo de la negociación es que acuda la delegación nombrada por Nicolás Maduro o que cambie posteriormente de opinión y la aplace.

Maduro afirmó el pasado 22 de julio que aspiraba a que las negociaciones con la oposición empezaran en agosto en México, país que no había confirmado el encuentro hasta hoy, y esperó, “posiblemente”, la participación de Estados Unidos.

Señaló entonces como uno de sus objetivos que la oposición renuncie “por escrito y de palabra viva” a la “violencia” y “al llamado al intervencionismo”. Valoró entonces que “las oposiciones” hayan decidido participar en las elecciones regionales y locales de noviembre próximo y lo calificó como “una señal muy poderosa”.

“Debemos hacer los esfuerzos para que el proceso de negociación que está por iniciar logre un acuerdo, Venezuela lo necesita. Con condiciones para elecciones libres y justas y garantías para todos”, dijo por su parte este jueves el líder opositor Juan Guaidó, quien sigue siendo reconocido como presidente por varios países, incluyendo Estados Unidos.

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El opositor afirmó que “la emergencia” que vive Venezuela “es insostenible” y la ciudadanía “clama una solución”.

La última vez que gobierno y oposición se sentaron en una mesa de negociaciones fue en Barbados en 2019, auspiciados también por Noruega. Esas conversaciones se agotaron sin acuerdos.

¿Liderazgo regional?

México siempre apostó por el diálogo entre las partes incluso cuando Guaidó se autoproclamó presidente encargado a comienzos de 2019, siendo esta la máxima que junto con Uruguay impulsaron desde ese año, y que le valió críticas de Estados Unidos.

“México ha sido sede de diversos diálogos de reconciliación entre grupos políticos de diversos países, en ese sentido el de Venezuela se ubica como parte de esta tradición. Sin embargo, se dio por la cercanía de diversos integrantes del gobierno de Andrés Manuel López Obrador con el Gobierno de Venezuela”, contó a EFE el especialista en relaciones internacionales del Tecnológico de Monterrey Gustavo Montiel.

Tras dos años desinteresado por la política exterior, López Obrador apuesta ahora por asumir el liderazgo regional de América Latina mientras da la espalda a la Organización de los Estados Americanos (OEA), desprestigiada por la gestión de Luis Almagro.

Pero el positivo diálogo no estará exento de riesgos.

“Es una apuesta que puede resultarle muy cara al presidente de México. Por un lado podría ganar respeto internacional principalmente de América Latina y entre los países con Gobiernos de izquierda (...), pero por otro lado su afinidad con Nicolás Maduro podría alejarlo también de las democracias occidentales”, dijo este jueves a EFE el politólogo de la UNAM Khemvirg Puente.

Mientras que Gustavo Montiel consideró que más allá de un liderazgo regional, el Ejecutivo mexicano busca reforzar su “posición interna” de partido de izquierdas y demostrar así además una cierta “independencia” respecto a los Estados Unidos.

Para Puente, lo “deseable” de esta reunión será encontrar un “espacio neutral” que permita una “solución pacífica” al conflicto de Venezuela, pero lo vio complicado por la “militancia” del gobierno de López Obrador en favor de Maduro.

No obstante, destacó que esta “puede ser una oportunidad para constituirse o construirse una imagen de estadista”, logrando además imponerse como “líder regional”. (I)