La nueva megacárcel donde serán recluidos 40.000 presuntos pandilleros es una “pieza fundamental” para ganar la guerra a la delincuencia en El Salvador, afirmó el miércoles el presidente Nayib Bukele, tras recibir elogios y críticas al presentar la prisión.

“Ayer inauguramos el Centro de Confinamiento del Terrorismo” (CECOT), es “una gigantesca obra realizada en tan solo 7 meses, y que además es una pieza fundamental para ganar por completo la guerra contra pandillas” lanzada hace 10 meses, escribió el mandatario en su cuenta de Twitter.

La gigantesca prisión, situada en una aislada zona rural y dotada de mucha tecnología, es considerada como la “más grande de América” por el gobierno salvadoreño. Fue construida en virtud del régimen de excepción con el cual Bukele busca acabar con las violentas pandillas, que antes controlaban la mayor parte del territorio salvadoreño.

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La prisión fue presentada a los salvadoreños el martes en la noche en una cadena nacional de radio y televisión, que mostró a Bukele inspeccionando el penal junto a unos colaboradores.

“Régimen severo”

El presidio “de máxima seguridad” -cuyo costo no ha sido revelado- fue construido en un predio de 166 hectáreas. Tiene una decena de pabellones que ocupan 23 hectáreas, explicó el ministro de Obras Públicas, Romeo Rodríguez.

La cárcel cuenta con muros de concreto reforzado, celdas con barrotes de acero en las ventanas, cámaras de seguridad por doquier, escáner de cuerpo entero para quienes ingresen al lugar, siete torres de vigilancia y un alto muro perimetral de 2,1 kilómetros, que será vigilado día y noche por 600 soldados y 250 policías. El muro de 11 metros de altura está electrificado para impedir fugas.

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En el interior, guardias de la Dirección General de Centros Penales armados con pistolas y fusiles de asalto estarán a cargo de la vigilancia de los reos. Además, equipos electrónicos bloquearán las señalas de teléfonos celulares impidiendo la comunicación desde el penal.

“Todos los terroristas que planificaron el luto y el dolor en contra del pueblo salvadoreño purgarán sus penas en el CECOT, en el régimen más severo”, aseguró el viceministro de Justicia y Seguridad Pública, Osiris Luna.

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Agregó que los pandilleros que sean recluidos en el CECOT tendrán que trabajar para “resarcir parte del daño que hicieron a la sociedad”.

Bukele ha dicho que los gobiernos salvadoreños anteriores “tenían a los pandilleros [presos] con prostitutas, con [equipos de] PlayStation, con pantallas, con teléfonos celulares, con computadoras [...], premiando al delincuente”.

Siempre encerrados

En la inspección de Bukele se ven celdas de unos seis metros por cuatro metros, con tres literas de metal con nueve camas en total, dos pilas de agua y dos inodoros.

Un funcionario dice al mandatario que los reclusos permanecerán siempre encerrados en sus celdas, cuyos frontis son totalmente enrejados, lo que permite a los guardias ver todo el interior.

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Las autoridades no han precisado cuántos reos ocuparán cada celda. También hay “celdas de castigo” oscuras, sin ventanas, para sancionar a reos de mala conducta, quienes “no van a ver la luz del sol”, según Luna. El penal cuenta con comedores, salas de descanso, gimnasio y mesas de ping pong, pero solo para uso de los guardias, así como talleres de trabajo para los reclusos.

También hay salas para audiencias judiciales virtuales. “No existe posibilidad de poder salir a hacer alguna diligencia” en un tribunal, indicó Luna.

“Es una vergüenza”

Hasta el momento, el gobierno mantiene bajo hermetismo cuándo comenzarán a ser trasladados a la megacárcel los primeros de los casi 63.000 pandilleros detenidos, pero se cree que será muy pronto.

Los masivos arrestos, criticados por organizaciones de derechos humanos, se amparan en un régimen de excepción que permite detenciones sin orden judicial. Fue aprobado por el Congreso a instancias de Bukele en respuesta a una escalada homicida que cobró la vida de 87 personas del 25 al 27 de marzo pasado. Tras la presentación de la enorme cárcel surgieron voces con elogios y críticas a Bukele.

“Con esto el gobierno le está diciendo a las pandillas que ellas no tienen ningún control, el control lo tienen las instituciones del Estado y que aquellos que cometan actos de violencia o delitos en contra la sociedad, pues van a parar en esa cárcel”, sostuvo el politólogo Óscar Peñate,

En cambio, para el director de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador, Miguel Montenegro, la megaprisión “es una vergüenza para el país”.

“El gobierno se jacta de tener la cárcel más grande de América Latina, lo cual no es un orgullo sino un cuestionamiento que conlleva riesgos de hacinamiento y violencia”, comentó Montenegro, afirmando que hay que combatir las pandillas “utilizando métodos que sí lleven a la readaptación”.

¿Rehabilitación?

El rector de la jesuita Universidad Centroamericana, Andreu Oliva, consideró que el gobierno debe apostar por la “rehabilitación” de los reclusos, pues “merecen una segunda oportunidad”.

“La función del sistema penitenciario es cambiar a las personas”, sostuvo Oliva. La semana pasada la organización Human Rights Watch (HRW) denunció que en las cárceles salvadoreñas hay un “hacinamiento extremo” por las detenciones sin orden judicial.

Bukele ha acusado a sus críticos de “defender” a los pandilleros y afirma que su país se convirtió en el más seguro de América Latina. (I)