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Pablo Iglesias, la expromesa de la izquierda española que deja la política tras siete años de figurar en Europa y Latinoamérica

Anunció que ya no tendrá cargos en la función pública o en el partido Unidas Podemos.

Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos, era candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Quedó quinto. Foto: EFE

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Hace siete años un profesor con un peinado de cola de caballo irrumpía en la política española, en ese entonces muy agitada tras la crisis económica, como una prometedora figura de la izquierda, incluso cercana a proyectos de esa tendencia en Latinoamérica. Sin embargo, tras los resultados de las últimas elecciones de la Comunidad de Madrid, ha decidido dejar todos sus cargos políticos y dentro de la coalición Unidas Podemos (izquierda-extrema izquierda).

Quien fuera desde enero de 2020 hasta marzo de 2021 segundo vicepresidente de España en el Ejecutivo de coalición, que tiene su partido (en minoría) con el PSOE (centroizquierda), dejó su cargo para candidatizarse a la presidencia de la Comunidad de Madrid, pero solo logró que su partido sume tres nuevas curules en la asamblea regional (de 7 a 10), un aumento que demuestra que ya no contribuye a sumar lo suficiente, según sus palabras.

“Cuando uno no es útil tiene que saber retirarse”, dijo en la noche del martes.

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Aunque ya hay voces que dicen que con esto salvó el poco poder de su tienda política en el legislativo regional, que podía descender o incluso desaparecer. Además de que podría ser una jugada para volver a los medios y ser una voz de la tendencia desde esa tribuna. Hay que recordar que saltó a la fama en tertulias de televisión y luego tuvo varios programas en cadenas como HispanTV, de origen iraní.

Acostumbrado a los giros dramáticos de guion de esas series que tanto le gustan, el hasta ahora líder de Podemos no desveló su próximo destino, según EFE.

Iglesias, madrileño de 42 años, era profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid antes de que se presentara a sus primeras elecciones en 2014, cuando fue elegido diputado del Parlamento Europeo.

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Se había hecho conocido en medio del movimiento social 15-M, movilización de los más perjudicados por la crisis económica desencadenada en 2008 y que tuvo como referente Madrid.

Fue precisamente en la Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense donde Iglesias fundó Podemos —ahora en la coalición Unidas Podemos—, junto con otras figuras de la izquierda, como Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa y Luis Alegre, aunque varios de los fundadores se han ido marchando del partido entre críticas de personalismo hacia Iglesias.

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Cuando aparecieron eran los jóvenes que irrumpían contra la política tradicional y el statu quo.

Podemos irrumpió en 2015 en la política española con 69 escaños de los 350 del Congreso, impulsado por muchos votantes decepcionados con el PSOE. Su objetivo era romper el hasta entonces tradicional bipartidismo formado por este partido y el PP (derecha-centroderecha), pero en sucesivos comicios fue perdiendo fuelle (tiene 35 escaños actualmente), aunque en 2020 consiguió su ansiado objetivo: entrar en el Gobierno de España, después de duras tensiones con el partido socialista y su líder, Pedro Sánchez, actual presidente del país.

Su paso por el Ejecutivo tuvo un balance de gestión escaso, según sus críticos, y con tensiones internas con el PSOE.

Nexos con Latinoamérica

Desde sus inicios, Podemos ha tenido cercanía con los Gobiernos de la década pasada en la región.

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Iglesias, Monedero, Errejón —ahora en el partido Más País— se declararon desde el inicio de sus carreras admiradores de los movimientos que el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez y los expresidentes Rafael Correa, en Ecuador, y Evo Morales, en Bolivia, lideraron en América Latina.

Durante años estudiaron las dinámicas de trabajo y de gobierno implantadas por estos mandatarios. Quienes lograron que proyectos de izquierda se legitimen en las urnas.

La cercanía se ha hecho más notoria con el pasar de los años e incluso ha sido utilizada por otros políticos españoles para atacar a Iglesias y su movimiento.

En marzo de 2020, políticos españoles de derecha denunciaron que hubo “millonarios pagos” que habrían sido realizados durante el mandato de Rafael Correa al “Programa Prometeo, al Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) y a entidades afines a Podemos y a líderes de Izquierda Unida y el partido Unidas Podemos”.

Además, el portal OK Diario (con línea editorial de derecha) dijo a inicios de 2020 que el líder de Podemos y Correa se reunieron a mediados del 2019 en Madrid para intentar frenar la extradición a Quito de Pablo Romero Quezada, uno de los acusados en el secuestro del político Fernando Balda y exsecretario Nacional de Inteligencia.

Iglesias también ha tenido cruces con el Gobierno de Lenín Moreno. En junio de 2020, la cancillería ecuatoriana elevó una nota diplomática a la Embajada de España en Quito en la que rechazaba y deploraba las declaraciones realizadas en un video difundido en Twitter por parte de Iglesias, entonces vicepresidente, quien había publicado un video de solidaridad con Correa por la sentencia que recibió en el caso Sobornos y llegó a decir que era una campaña política, mediática y judicial, al igual como se había hecho en Brasil con Dilma Rousseff.

Incluso críticos con Iglesias han llegado a afirmar que Podemos recibió en sus inicios dinero del chavismo y de Irán, pero nunca se probó.

Aunque una investigación del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela, en el exilio, señaló en 2020 indicios de presuntos vínculos de financiamiento venezolano a su partido, que se habrían triangulado a través de Ecuador con contratos por $ 54 millones del programa Prometeo, con el que se buscaba atraer a académicos, científicos y talento en general para que aporten al denominado “cambio de la matriz productiva”, que no se concretó.

El presidente de ese tribunal declaró al medio PanAm Post que se habían obtenido documentos oficiales de contratos variados, celebrados por los Estados venezolano, brasileño, ecuatoriano, argentino y boliviano, que beneficiaban a líderes de Podemos y otras organizaciones políticas de América. (I)

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