Periodistas y oenegés denunciaron el martes las nuevas reglas aprobadas por el régimen talibán sobre las televisiones, ya que temen que sea el inicio de la censura contra los medios en Afganistán.

El Gobierno talibán publicó el domingo una serie de “directivas religiosas” para los medios, la primera regulación del sector por los fundamentalistas islámicos desde su toma del poder a mediados de agosto.

Piden a los medios evitar programas “opuestos a los valores islámicos y afganos”.

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“Imaginemos a qué se parecerían los medios bajo estas nuevas directivas: un periodista, un hombre con una espesa barba, arranca su artículo con unas palabras en árabe y los termina con elogios” al régimen de los talibanes, escribió en Twitter Zaki Daryabi, responsable de Etilaat Roz (’día de info’), uno de los principales diarios afganos.

Dayabi, como cientos de otros periodistas afganos, vive en el exilio tras huir del país por miedo a las represalias de los talibanes.

Los periodistas afganos tuvieron el apoyo de la oenegé Human Rights Watch (HRW), quien acusa a los talibanes de querer “acallar toda crítica” contra su régimen, y denuncian las amenazas y presiones, sobre todo contra las mujeres.

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“Millones de afganos se mueren de hambre pero, sí, reduzcamos aún más la libertad de expresión de los medios, eso resolverá los problemas de Afganistán”, ironizó por Twitter Shaharzad Akbar, presidenta en el exilio de la Comisión Afgana Independiente de los Derechos Humanos.

Los talibanes también pidieron a las televisiones afganas que no difundan series “que muestren mujeres”, como las populares novelas y culebrones producidos en Turquía y la India, fundamentales en las cuentas económicas de muchos medios.

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“¿En qué estáis pensando?”, añadió Akbar, en referencia a los talibanes. “¿Cuándo empezaréis de verdad a gobernar el país y a servirlo, en vez de controlar, destruir y reprimir?”

‘El enemigo’

Las nuevas reglas estipulan a su vez que las mujeres periodistas deberán llevar “el velo islámico” durante sus apariciones, sin detallar qué entiende por velo, si un simple pañuelo (que las mujeres en televisión llevan habitualmente) o un velo que cubra más.

“Estas directivas ponen en riesgo la libertad de los medios” y reducirán “la presencia de las mujeres periodistas”, escribía en Twitter Zan TV, la primera cadena de televisión afgana exclusivamente formada por mujeres productoras y reporteras.

Las mujeres periodistas “se sentirán más amenazadas”, explicó a la AFP Aslia Ahmadzai, periodista independiente en la zona noroeste del país.

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Un periodista afgano en el exilio que prefirió mantenerse en el anonimato ve en esto “el primer paso hacia la prohibición de todas las televisiones, como en los años 90″.

El Gobierno talibán se defiende ante estas críticas. Pero sus últimas declaraciones sobre el tema no tranquilizan a los medios afganos y a las oenegés.

El domingo, Qari Abdul Sattar Saeed, responsable de medios del primer ministro talibán, calificó a los medios como intermediarios de la “propaganda” del “enemigo”.

Según Sattar Saeed, “hasta ahora, hemos tenido mucha paciencia” tolerando “la mayoría de la propaganda difundida por todo el mundo”. “Pero cuando vemos cómo se comporta el enemigo, no podemos tolerarlos ni perdonarlos. Deben ser tratados como merecen, con dureza”.

Durante su primera etapa, de 1996 a 2001, los talibanes prohibieron la televisión y todas las formas de entretenimiento que juzgaron inmorales. Tras su derrota en 2001, el paisaje mediático afgano se volvió muy rico y decenas de cadenas de radio y de televisión vieron la luz, en muchos casos apoyadas por Occidente.

Tras su vuelta al poder, numerosos medios cerraron ante la marcha de sus periodistas, el fin de la ayuda internacional y de los ingresos publicitarios.

Muchos periodistas que decidieron quedarse en el país abandonaron su puesto, sobre todo las mujeres. Otros han sido golpeados o detenidos por los talibanes, como aquellos que cubrían las manifestaciones “no autorizadas” de las mujeres contra el nuevo poder.

Según Human Rights Watch (HRW), otros muchos periodistas viven con el miedo ante las amenazas de los talibanes, u obligados a publicar información que les sea favorable. (I)