Por varias semanas los noticiarios de todo el mundo han abordado la tensión creciente entre Ucrania y Rusia y cómo esta también incluye posibles reacciones de Estados Unidos y la Unión Europea (UE).

El viernes, Rusia daba por terminado el plazo que le dio a Estados Unidos para que le diera opciones para mantener su seguridad, pues argumenta que la situación afecta en este tema al gigante euroasiático.

Según el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, las respuestas de Estados Unidos a las exigencias de garantías de seguridad presentadas de su país son “bastante confusas”, pero contienen elementos racionales en “asuntos secundarios”, como en el asunto relativo al emplazamiento de misiles de corto y medio alcance.

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Las garantías exigidas por Rusia incluyen poner freno a una mayor expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en particular a Ucrania y Georgia, el cese de toda cooperación militar con las antiguas repúblicas soviéticas y la retirada de las tropas y armamentos de la OTAN a las posiciones que ocupaban antes de 1997, recuerda EFE.

Estados Unidos y la UE quieren que Ucrania decida por sí sola, aunque son claras las intenciones de este último de pertenecer al bloque europeo y aumentar su seguridad. Por lo que hasta ahora no se ve que pueda haber un acuerdo definitivo.

Expertos han dicho que el no dejar entrar a Ucrania en la OTAN sería suficiente, pero a la vez eso atenta contra la independencia del país, por lo que no se espera que las tensiones bajen rápido.

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Amnistía Internacional (AI) alertó de las “consecuencias devastadoras” que tendría para los derechos humanos de millones de personas una nueva escalada en el conflicto entre Rusia y Ucrania, ante la amenaza de Moscú de recurrir a la fuerza militar.

Analistas consultados desde que empezó el problema ven en el accionar de Rusia una muestra de la demarcación de su capacidad de acción y potencia como actor internacional que puede tener ciertos niveles de hegemonía en la estructura del sistema internacional.

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También que si Moscú decide entrar en Ucrania no sería una invasión total sino en los sectores prorrusos que no controla Kiev, en el este del país. Algo que incluso prevé Estados Unidos, que junto con la UE y otros países han advertido con tomar duras medidas si llegase a pasar, aunque estas serían más que nada sanciones económicas que podrían alcanzar incluso al presidente ruso, Vladimir Putin.

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, ha pedido a Occidente mantener una posición dura frente a la amenaza a su territorio, pero también evitar fomentar el “pánico” frente a la concentración de tropas rusas en la frontera con su país.

“La probabilidad de ataque existe, no ha desaparecido y no fue menos grave en 2021″, pero “no vemos ninguna escalada superior a la que ya existía” el año pasado, recalcó Zelenski.

En cambio, si uno escucha los medios internacionales e “incluso a jefes de Estado respetados”, parecería “que ya tenemos una guerra” en todo el país, “que hay tropas que avanzan por las carreteras. Pero eso no es así”, agregó.

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En tanto, el Departamento de Defensa de Estados Unidos subrayó que no ha visto una concentración de tropas rusas tan grande desde los días de la Guerra Fría, en referencia a la movilización de soldados de Rusia en la frontera con Ucrania.

Un largo conflicto

A ambos países los unen factores históricos, económicos, religiosos y geopolíticos. Rusia considera que comparte con Ucrania un mismo origen –fue el centro de Kyivan Rus, una federación medieval de pueblos eslavos, recuerda DW–, además de tener una amplia población de habla rusa. El presidente ruso, Vladimir Putin, incluso ha dicho que rusos y ucranianos son un mismo pueblo, recoge BBC.

Ucrania ha estado en la esfera de influencia rusa por varios siglos, pero desde inicios de la década pasada su población y sectores políticos comenzaron a ver con más interés hacia el oeste para acercarse a la UE, a la cual quieren pertenecer. Ese fue el inicio del problema con la Rusia de Putin.

En este tema France24 apunta que una Ucrania próspera –tiene un gran potencial económico– y fuerte sería contraproducente para Moscú si no está bajo su influencia.

Putin buscaría restaurar el poder ruso a lo que era durante la era soviética. “El rechazo de Ucrania a Moscú... golpea el corazón de las ambiciones imperialistas de Putin y, por lo tanto, quiere que Ucrania no sea independiente”, llegó a decir el analista Max Bergmann, en una entrevista con este diario esta semana.

Cuando la unión estaba tomando forma Rusia comenzó a oponerse y los sectores prorrusos dentro del país también mostraron su inconformidad y el problema fue escalando hasta que en 2012 el presidente Víktor Yanúkóvich, que en principio impulsaba unirse a la UE, terminó desestimando la opción por presión de Moscú y esto provocó protestas proeuropeístas en Kiev, las cuales crecerían y terminarían por conocerse como el movimiento Euromaidán, que provocó la caída del presidente.

Poco después facciones prorrusas hicieron que Crimea y Sebastopol se independizaran de Ucrania con un referendo no reconocido por Kiev y la comunidad internacional, para luego unirse a Rusia -que tenía un reclamo histórico sobre la península-. Además dos provincias del este, Donetsk y Lugansk, hacen lo mismo, pero entran en guerra con el Gobierno y por ahora siguen considerándose parte de Ucrania, pero de facto son manejadas por gobiernos locales prorrusos.

Crimea siempre fue un punto estratégico para Rusia, donde incluso tenía su principal base al mar Negro.

El conflicto con los separatistas prorrusos en el este, según Zelenski, ha dejado hasta ahora cerca de 15.000 muertos en ambos bandos. (I)