La pandemia de coronavirus no ha acabado e incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que “durará un año más de lo que debería” si las vacunas no llegan a los países más pobres.

En ese contexto, a Latinoamérica y el Caribe, que sufren los efectos negativos del COVID-19 tanto en salud como en productividad, empleo y capital humano, les podría tomar “muchos años” revertir ese panorama, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).

“Vemos que tomará algún tiempo, quizás ni siquiera en nuestro horizonte de pronóstico de cinco años, para que el PIB de la región regrese a la tendencia anterior a la crisis”, dijo el director interino del departamento de las Américas del FMI, Nigel Chalk, al revelar las perspectivas económicas para la región.

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Para 2021, el FMI subió su previsión de crecimiento para Latinoamérica y el Caribe a 6,3 %, 0,5 puntos porcentuales más que lo estimado en julio. Pero para 2022 revisó a la baja su proyección, a 3 % (-0,2 puntos).

El repunte sostenido de este año no ha sido suficiente para borrar la histórica recesión de 2020 en la región, que supuso una contracción del PIB de 7 %, muy superior al -3,1 % a nivel mundial.

Y antes de la pandemia, el crecimiento de Latinoamérica y el Caribe ya había sido tildado de “anémico”, con una expansión del PIB de apenas 0,1 % en 2019 y 1,2 % en 2018.

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“Los países deben prepararse para que esta recuperación no sea un camino lineal. En cambio, deben anticipar un camino largo y sinuoso”, señaló Chalk.

El panorama actual incluye un desigual repunte del empleo, con mayor impacto en los jóvenes, los menos educados y las mujeres; incertidumbres sobre la productividad; y un “daño importante” al capital humano por el cierre prolongado de las escuelas, según el informe.

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También persisten “desafíos” en el sector del turismo, especialmente en el Caribe, donde “es probable que la cantidad de visitantes este año solo alcance alrededor del 60 % de los niveles anteriores al COVID-19″.

Para Chalk, esto no supone “necesariamente” un estancamiento, pero destacó el “muy fuerte” impacto de la pandemia en la región, con “aumentos sustanciales” de la pobreza, la clase media “en una situación cada vez más precaria” y “muchas tensiones sociales”.

“No creo que esté predeterminado que a la economía le vaya mal, pero se necesitarán algunos esfuerzos de políticas para revertir el daño causado por COVID-19″, opinó.

El FMI alertó además sobre el impacto en la región del aumento de los precios de las materias primas y los alimentos, las interrupciones de la cadena de suministro y los incrementos globales de los precios de los bienes, que hacen subir los precios al consumidor.

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“La inflación es definitivamente una preocupación en la región”, alertó Chalk.

Sin embargo, dijo que el contexto institucional es “muy diferente” que en ciclos inflacionarios anteriores, con muchos bancos centrales reaccionando “correctamente” a estas presiones con alzas de las tasas de interés y compromisos con las metas de inflación.

Chalk previó que estos aumentos “continúen en muchos países en los próximos meses”.

Para Latinoamérica y el Caribe, el FMI estimó una inflación de 9,7 % para 2021 y de 6,9 % para 2022. En Sudamérica la proyección es particularmente alta con relación al resto de la región, de 12 % para 2021 y 8,9 % para 2022, esto sin incluir datos sobre Argentina.

En este contexto, el FMI recomendó poner en marcha “políticas ambiciosas”, mejorar la eficiencia del gasto público, promover “un sistema tributario progresivo y propicio al crecimiento”, o incluso invertir más en proyectos para luchar contra el calentamiento global.

También aconsejó prudencia al retirar las ayudas públicas extraordinarias para contrarrestar el impacto de la pandemia en hogares y empresas, y recomendó “volver a poner la deuda en una senda descendente”.

Vulnerabilidad al cambio climático

En un informe separado, también publicado el jueves, el FMI señaló que Latinoamérica y el Caribe es una de las regiones más diversas en términos de riesgos relacionados con el clima.

A nivel mundial produce emisiones de gases de efecto invernadero proporcionales a su tamaño económico y población, que representan el 8,4 % de las emisiones globales para un peso del 8 % del PIB mundial.

Pero los volúmenes son muy disímiles, con Brasil, México y Argentina como los mayores emisores y las economías del Caribe con una participación marginal.

Aunque los países latinoamericanos y caribeños son en su conjunto menos vulnerables al cambio climático, “existen focos de gran vulnerabilidad”.

En el Caribe, los daños causados por desastres naturales representan el 2,5 % del PIB anual, “afectando a grandes segmentos de la economía y la población”, lo que pesa fuertemente sobre las finanzas públicas. (I)