La vida cotidiana se ha empezado a reactivar en la capital afgana tras el regreso de los talibanes al poder, pero en medio de un ambiente de cautela, recelo y miedo. Son pocas las mujeres que han salido a las calles de Kabul y, al igual que los hombres, han cambiado sus ropas occidentales por los atuendos tradicionales.

Aunque aún no hay señales de que los talibanes impondrán la misma versión ultrarrigurosa de la ley islámica que hace 20 años, en su gobierno de 1996 a 2001, nadie parece estar dispuesto a correr el riesgo y el temor de muchos países y organizaciones por la suerte de las niñas y las mujeres afganas va en aumento.

Entre las principales prohibiciones del islamismo en décadas pasadas, las mujeres no podían trabajar y salir sin un hombre. Las acusadas de adulterio eran azotadas y apedreadas hasta la muerte. Las niñas no podían ir a la escuela. Los juegos, la música, las fotografías y la televisión también estaban prohibidos y a los ladrones se les cortaban las manos, los asesinos eran ejecutados en público y se mataba a los homosexuales.

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Para la politóloga ecuatoriana Arianna Tanca, la situación de las mujeres no solo es crítica en Afganistán sino en todo Medio Oriente. “Afganistán nunca fue una democracia y esto sin duda es un retroceso, van a estar en una especie de Estado teocrático y el retroceso va a ser inmediato”, dice.

Tanca menciona que hay grandes probabilidades de que en los siguientes meses ocurra un éxodo de afganos como se ha presentado en Siria, Kosovo, Ruanda, indica, y agrega que el intento de establecer la democracia en Afganistán es algo que se ha buscado desde hace más de seis décadas y no se ha logrado.

Virginia Gómez de la Torre, directora de la Fundación Desafío y exmilitante de la Coalición Nacional de Mujeres en Ecuador, señala que el tema de Afganistán pone en el centro de la atención mundial la discriminación y violencia que viven las mujeres de manera general en el mundo.

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“Este país es una sociedad en la que han intervenido potencias mundiales y que en los últimos 20 años logró mejorar las condiciones para las mujeres. Ahora la situación es compleja no solo para mujeres, sino también para niños, grupos LBGTIQ+, minorías religiosas, que van a ser muy afectados en este nuevo contexto político”, comenta.

Respecto a los primeros ofrecimientos de los talibanes de respetar a las mujeres según “los principios del islam” y a que el uso del burka (velo integral) no sería obligatorio para las mujeres por existir diferentes tipos de velo, Gómez considera que “es un indicador bueno, pero que no es claro hasta qué punto se puede creer en su palabra”.

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“No sabemos si esto se va a respetar solo en la capital, pero qué pasa en las provincias, en zonas de la ruralidad, donde talibanes de menor rango están gobernando. Afganistán es un cúmulo de terror y la preocupación es mundial”, añade, y destaca que el país es una zona importante donde se albergan recursos que interesan a muchos países y potencias mundiales.

“Por más talibanes que sean no puede ser que no lleguen a entender que el progreso y el desarrollo de un país depende también de las mujeres... me niego a pensar que no hayan podido avanzar en ese pensamiento y obvien la oportunidad de avanzar con el aporte igualitario de las mujeres, dice Gómez. “Resulta imposible pensar que la violencia estructural de un estado tenga a unos recursos como las mujeres y las diversidades escondidas, reprimidas en las casas”, refiere.

Tanca considera que si los ofrecimientos de los talibanes se cumplen, sería un escenario menos malo, pero pide recordar que “cualquier retroceso, por mínimo que sea en materia de derechos humanos, es malo” y enfatiza que el papel de la comunidad internacional será clave.

“La comunidad internacional tiene que estar pendiente porque la historia nos ha demostrado que cuando hay unión de la gestión política con alguna creencia religiosa, eso nunca sale bien y debe reclamar que no se vulneren los derechos”, explica.

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Catalina Saire, activista feminista chilena y directora nacional de Ladies Of Liberty Chile, manifiesta que el mundo actual es distinto al que años atrás se encontraron los talibanes cuando gobernaron, sobre todo en cuanto al activismo y el feminismo.

Los combatientes talibanes patrullan a lo largo de una calle en Kabul el 17 de agosto de 2021. Foto: -- WAKIL KOHSAR

“Ahora tenemos un avance en cuanto al activismo a nivel mundial, pero no es el caso de Afganistán... como activistas no podemos solo mirar cómo al otro lado del mundo ocurren estas vejaciones a los derechos humanos, ya sea a mujeres, niños o contra opositores al régimen”, sostiene.

La activista dice que el feminismo y el activismo hay que ejercerlos efectivamente y destaca las acciones de su país, que ya ha anunciado que recibirá a activistas afganas “para que no sufran la persecución del régimen”.

Saire comenta que desde su comunidad han pensado en enviar una carta a las naciones para expresar que el sentimiento de vulnerabilidad es general, al igual que la incertidumbre porque “esto se puede convertir en un antecedente para que otros países puedan repetirlo” y que es “un retroceso importante en seguridad internacional”.

Con la importancia que el papel del movimiento feminista y el de la comunidad internacional tienen en el tema coincide Gómez, quien menciona que ha sido este movimiento el que ha puesto en alerta sobre cómo los pocos o muchos derechos alcanzados en los últimos 20 años pueden verse vulnerados.

“Hay que agarrarse de lo que ha dicho el líder talibán y ofrecer apoyos para que el régimen pueda cambiar su visión y pueda entender que las mujeres son gestoras del desarrollo en los países”, apunta.

Por su parte, Tanca afirma que la mejor forma para ayudar a quienes salen huyendo es que el mundo abra las puertas, se otorgue asilo, refugio, con condiciones estrictas para que no resulte en una expansión de sus corrientes ideológicas.

“Los países deben de prepararse ante esta nueva ola de migración que va a venir de Afganistán en medio de un contexto de pandemia, donde sigue habiendo migración por temas económicos principales, sobre todo potencias como Rusia, China y la Unión Europea”, opina. (I)