La Luna, el satélite natural que todos conocemos, parece ser un lugar libre, al que _al menos en teoría_ todos podemos tener acceso, si es que se cuenta con la tecnología para llegar a este astro ubicado a más de 300.000 kilómetros de distancia. La libertad que existe allí podría cambiar en las próximas décadas.

En al pasado la pertenencia del satélite fue reclamada por algunas personas. Una de estas era el chileno Jenaro Gajardo Vera, quien el 25 de septiembre de 1954, según consta en una documentación oficial firmada ante notario, se convirtió en “dueño de la Luna”. Del documento en cuestión existe un registro en el Archivo Judicial de Santiago de Chile.

El documento indica lo siguiente: “Jenaro Gajardo Vera, abogado, es dueño, desde antes del año 1857, uniendo su posesión a la de sus antecesores, del astro, satélite único de la Tierra, de un diámetro de 3.475.00 kilómetros, denominada LUNA, y cuyos deslindes por ser esferoidal son: Norte, Sur, Oriente y Poniente, espacio sideral. Fija su domicilio en calle 1 oriente 1270 y su estado civil es soltero. Jenaro Gajardo Vera. Carné 1.487.45-K. Ñuñoa. Talca, 25 de septiembre de 1954″.

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Gajardo, según contó en 1969 al diario estadounidense The Evening Independent, quiso adueñarse de la Luna para entrar en una asociación local: el Club Social de Talca. Para ingresar al club debía demostrar que tenía un bien. De esta manera, se le ocurrió comprar el satélite por $1. En todo caso se considera que la posesión no tiene validez, ya que no está inscrita en un registro oficial.

También existe el caso del estadounidense Denis M. Hope, quien incluso lleva años haciendo negocios para adquirir terrenos en la Luna, pero no solo allí sino también en Mercurio, Venus y el satélite de Júpiter Io, según se detalla en su portal Lunar Embassy.

Colonización lunar

En todo caso, la Luna no tiene un dueño legítimo, según se indica en el Tratado del Espacio Ultraterrestre de 1967, firmado por 129 naciones y supervisado por la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Ultraterrestre. El documento indica que “el espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera”.

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Esta situación podría cambiar en las próximas décadas. Todo debido a la superpotencias, en este caso EE. UU. y China, tienen en la mira al satélite para establecer bases y empezar la exploración del espacio, pero no con robots sino con seres humanos. Japón, Corea del Sur, Rusia, India y los Emiratos Árabes Unidos también están trabajando en sus propias misiones lunares.

La Agencia Espacial Europea, que está trabajando con la NASA en misiones a la Luna, también planea una red de satélites lunares para facilitar la comunicación de los astronautas con la Tierra.

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La última vez que los humanos aterrizaron en la Luna fue en la misión Apolo 17 en 1972.

Fotografía del 30 de agosto cedida por la NASA donde se muestra el cohete del Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS) con la nave espacial Orion a bordo mientras está encima del lanzador móvil en la plataforma de Lanzamiento 39B en el Centro Espacial Kennedy en Merritt Island, Florida (EE. UU.). EFE Foto: Eric Bordelon NASA

Recientemente la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, más conocida como NASA, identificó trece regiones candidatas para el próximo alunizaje humano con el programa Artemis, que hacia la mitad de esta década prevé llevar una tripulación al satélite terrestre al cabo de más de medio siglo y, además, quiere aterrizar en el misterioso polo sur lunar.

Artemis planea enviar a la primera mujer y la primera persona negra. El objetivo es hacer de la Luna una base donde se desarrollen las tecnologías necesarias para enviar humanos a Marte.

Por su lado, China contempla llevar a cabo una “misión tripulada” a la Luna en los próximos cinco años, período en el que continuará explorando los polos del satélite.

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Aunque todavía se trata de planes, la fecha límite de 2027 supone un adelanto con respecto a las últimas previsiones públicas de China: en noviembre del año pasado, uno de los ingenieros del programa espacial, Ye Peijian, había declarado que la llegada de astronautas chinos a la Luna hacia 2030 sería “completamente posible”.

Según universemagazine, todos los posibles lugares de aterrizaje de ambos países están agrupados en torno a tres cráteres: Shackleton, Haworth y Nobile, sitios donde existe la mayor posibilidad de encontrar sustancias volátiles y, en primer lugar, hielo de agua.

Vehículo lunar Yutu-2, en el inicio de sus investigaciones tras dejar el módulo Chang.

En todo caso, los anuncios pueden significar el inicio de la rivalidad entre ambos países o una posible cooperación.

China está interesada en desarrollar su tecnología satelital para telecomunicaciones, gestión del tráfico aéreo, pronóstico del tiempo, navegación y más, detalla BBC. Pero además, muchos de sus satélites también tienen fines militares. Pueden ayudar a espiar a las potencias rivales y guiar misiles de largo alcance.

Las misiones a la Luna de China están motivadas en parte por las oportunidades de extraer metales de tierras raras de su superficie, como el litio.

En todo caso, el director del Instituto de Política y Derecho Espacial den la Universidad de Londres, Sa’id Mosteshar, indica que China lo que realmente quiere es dar “una proyección de poder y una demostración de avance tecnológico”. (I)