El sábado pasado, sucedió algo extraordinario en el punto gélido alto de la capa de hielo de Groenlandia, a 3,2 kilómetros del cielo y más de 804 kilómetros sobre el círculo polar ártico: llovió por primera vez.

La lluvia en una estación de investigación —no solo unas cuantas gotas o una llovizna, sino un torrente que duró varias horas, al tiempo que las temperaturas aumentaban un poco por sobre el punto de congelación— es otra señal preocupante de que el Ártico está en cambio, puesto que se está calentando más rápido que cualquier otra región del planeta.

“Esto es increíble porque escribe un nuevo capítulo en el libro de Groenlandia”, señaló Marco Tedesco, investigador del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia. “Esto en verdad es algo nuevo”.

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En la estación llamada Summit, misma que está habitada todo el año bajo el auspicio de la Fundación Nacional de Ciencias, no existen antecedentes de lluvia desde que comenzaron las observaciones en la década de 1980. Además, las simulaciones por computadora no muestran evidencias ni siquiera de antes, comentó Thomas Mote, climatólogo de la Universidad de Georgia.

En Summit, son casi igual de insólitas las condiciones por encima del punto de congelación. Antes de este siglo, los núcleos de hielo señalaban que estas habían ocurrido solo seis veces en los últimos 2000 años, escribió en un mensaje de correo electrónico Martin Stendel, investigador sénior del Instituto Meteorológico de Dinamarca.

No obstante, las temperaturas por encima del punto de congelación ya se han presentado en Summit en 2012, 2019 y este año: tres veces en menos de diez años.

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La capa de hielo de Groenlandia, que llega a tener un grosor de hasta tres kilómetros y cubre aproximadamente 1.683.492 kilómetros cuadrados, ha estado perdiendo más hielo y contribuyendo más al aumento del nivel del mar en las últimas décadas debido a que la Tierra se ha calentado como resultado de las emisiones de dióxido de carbono y otros gases que retienen el calor producidos por los seres humanos.

La superficie de la capa de hielo aumenta su volumen cada año debido a que la acumulación de nieve es mayor que el deshielo de la superficie. Pero, en general, la capa pierde más hielo por la ruptura de los icebergs y por el deshielo en la parte en que se encuentra con el océano. Durante las últimas dos décadas, Groenlandia ha perdido, en promedio, más de 300.000 millones de toneladas de hielo al año.

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Es probable que este año sea uno promedio en lo que respecta a la acumulación de la superficie, comentó Stendel, quien también coordina el Polar Portal, un sitio web que difunde los resultados de la investigación de los institutos daneses en el Ártico. Las fuertes nevadas de principios de año indicaron que tal vez este sería superior al promedio en cuanto a la acumulación, pero dos periodos de calentamiento en julio y otro a principios de agosto cambiaron esa idea al provocar un deshielo generalizado de la superficie.

Las precipitaciones cayeron sobre la capa de hielo el sábado durante 13 horas de forma intermitente y arrojaron 7 mil millones de toneladas de agua. (Josh Haner/The New York Times) Foto: JOSH HANER

El calentamiento que acompañó la lluvia el sábado pasado también provocó que se derritiera más del 50 por ciento de la capa de hielo de la superficie.

Mote afirmó que estos episodios de deshielo eran sucesos “aislados”. “Pero parece que estos acontecimientos están ocurriendo con cada vez mayor frecuencia”, comentó. “Y eso nos dice que estamos viendo pruebas auténticas del cambio climático en Groenlandia”.

Según Mote, el sábado pasado fue la primera vez desde que se inició el monitoreo satelital en 1979 que ha ocurrido un deshielo de más de la mitad de la superficie a mediados de agosto. Por lo general, el mayor deshielo se presenta a mediados de julio, como en 2012, cuando hubo un gigantesco evento de deshielo.

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“Para cuando llegamos a mediados de agosto, casi siempre estamos viendo un rápido retroceso de la actividad del deshielo y una disminución de la temperatura”, explicó.

Tedesco señaló que, ya que el agua fluye hacia el hielo y no hacia el océano, la lluvia en Summit no contribuiría de manera directa al aumento del nivel del mar. “Pero si esto está ocurriendo en Summit, el efecto será más violento en elevaciones más bajas”, mencionó. “Y, de hecho, ese hielo sí va hacia el océano”.

Tedesco calificó de “preocupante” la lluvia en Summit debido a que demuestra que incluso un pequeño calentamiento puede afectar a la región.

“La situación del Ártico puede cambiar bastante con un calentamiento de 0,278 grados Celsius, ya que se puede pasar de un estado de congelamiento a un estado líquido”, explicó. “Eso es exactamente lo que estamos viendo”. (I)