“Con toda sinceridad, cuando era candidato me preocupaba de las encuestas”, afirmó el presidente de la República, Guillermo Lasso, ante el cuestionamiento del periodista Carlos Vera sobre por qué la aceptación del Gobierno es tan baja pese a la alta inversión social, que sería mayor a 13.000 millones de dólares este año, según el Gobierno.

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-¿Ahora le importa un pito?, repreguntó Vera.

-Me importa un pito, mi preocupación es el bienestar de los ecuatorianos, mi preocupación es seguridad, una sociedad sana, bien educada, con oportunidades como estamos abriendo a través del crédito del 1 % a 30 años (plazo), respondió Lasso.

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La última encuesta de Cedatos indica que la aceptación del régimen llegó al 28 %, mientras que la de Market de este mes señala que solo el 14,5 % de los consultados en Quito y Guayaquil considera como ‘buena’ la gestión de Lasso.

El mayor porcentaje de calificación buena es respecto al tema de educación con el 27,3 % y el menor lo obtiene en seguridad ciudadana (7,1 %), manejo de los asuntos políticos internos (8 %) y la creación de empleos (9,5 %).

Son niveles de popularidad que han bajado después de que llegó a su culmen en septiembre del 2021 con casi el 70 % de aceptación a los cien días de su régimen, cuando se anunció el cumplimiento de las metas de vacunación para prevenir el COVID-19, indica Blasco Peñaherrera Solah, director de la encuestadora Market.

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“Una encuesta como cualquier ejercicio de medición debe ser utilizada como una herramienta, un mecanismo que nos permite conocer cuáles son los temas de gestión administrativa, los problemas, las necesidades, las expectativas de quienes son los mandantes del poder Ejecutivo, lo que es válido y necesario para que el poder tome decisiones acertadas”, asegura.

La convocatoria de una consulta popular, como la planteada para febrero próximo por el régimen actual, requeriría la medición previa del nivel de popularidad con el fin de establecer si sería el mejor momento, ya que por lo general no habría apoyo de la ciudadanía con los porcentajes de aceptación que se han determinado.

“Posiblemente las cosas aún estén peor para febrero del próximo año por un deterioro de la situación económica mundial y nacional, problemas graves que no se pueden solucionar en pocos meses como el tema de la inseguridad ciudadana. Si en ese momento se consultan temas trascendentales, existe una gran probabilidad de que se convierta en un referéndum de aceptación o rechazo al Gobierno, lo que limitaría aún más la gobernabilidad”, indica Peñaherrera.

Las consultas que han tenido éxito durante los últimos 43 años de periodo democrático, desde 1979 del siglo XX, fueron las convocadas cuando los mandatarios de turno tenían índices de aceptación importantes, contexto que no ocurre en la actualidad, dice Peñaherrera. “Es difícil que mejoren estos parámetros en los próximos meses porque la situación económica mundial es muy compleja, al igual la del país”.

Las encuestas confluyen en una decepción casi generalizada de la ciudadanía ante la alta expectativa que se tenía cuando Lasso asumió el poder. “Hay una contracción de la inversión extranjera directa, el riesgo país se ha incrementado, no hay aciertos en el manejo político y económico, son hechos que derivan en la afectación de la imagen”.

Sonia Yánez, experta en comunicación estratégica, considera que hay un esfuerzo de cambio de imagen sobre la actitud del presidente Lasso en el sentido de verse como que toma la batuta y coloca todo en orden con un estilo que no estaba acostumbrado a reflejar el primer mandatario en su relación con los medios de comunicación.

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El problema está en la falta de verificación y de claridad de los datos que Lasso menciona, añade. “Hay mucha data que cuando no es contrastada a todos los niveles y es redondeada, como la información de más de 745.000 operativos y 20.000 detenidos solo en Guayaquil, al verlo con la lógica surgen preguntas como en dónde están esos retenidos. Y si eso al siguiente día se magnifica (en un tuit de la cuenta de Lasso) lo deja vulnerable (al interlocutor) ya que la gente no lo cree como real”, afirma Yánez.

La práctica de redondear al sumar los datos que envían las provincias o cantones o denominar como operativo cualquier actividad de control rutinario de la Policía termina siendo inverosímil al exponer esta información como Lasso lo hizo en la entrevista, sin detalles por ejemplo, de en qué periodo de tiempo se dio ese número de detenidos y bajo qué delitos.

“Tiene que existir un departamento a cargo de revisar y contrastar toda la data que se dirá en el discurso. Una cosa es tener secretario de Comunicación y otra un asesor en esa área que acompañe al presidente para que valide y verifique lo que va a decir, porque a veces habla muy espontáneamente, como esto que dijo que no le preocupan las encuestas sobre su nivel de aceptación. Tiene que ser alguien que sea de su confianza”, señala Yánez, quien cree que Lasso sí mide su popularidad.

Ser coherente con la imagen de tomar la batuta con seguridad sin desviarse de sus objetivos por lo que digan terceros es lo que lo llevó a decir que no le preocupan las encuestas, manifiesta Yánez. “Esa fue la intencionalidad, porque decir que no le preocupan las encuestas es algo que nadie cree. Todo el mundo hablaba en redes sobre el error en el discurso por el incidente del teleprónter y pasan dos días y se cambia de secretario de Comunicación (Andrés Seminario reemplazó el 12 de octubre a Leonardo Laso en este cargo), entonces no me vas a decir que no estás atento a lo que la gente piensa y lo que dicen en redes”.

Otro ejemplo de un mal manejo del mensaje es lo que dijo el secretario de la Administración, Iván Correa, cuando habló del ‘proyecto político del presidente’ durante la mañana del 12 de octubre, agrega Yánez: “Hay que tener mucho cuidado con las palabras, es un proyecto político de Gobierno, estamos hablando a nivel estatal, de los ciudadanos, no se lo puede personalizar”.

Una estrategia de comunicación y de cambio de imagen debe tomar en cuenta la percepción que hay en los territorios y la medición de las reacciones de la gente en redes sociales respecto a las diferentes decisiones que acoge el poder de turno, como la de convocar a una consulta popular.

“Hay ocasiones que se toman decisiones políticas por un tema de estrategia de comunicación, pero estas son vacías si no corresponden con lo que ocurre en la realidad. No puedes plantear un argumento como el apoyo de una consulta para validar la popularidad de un régimen si dentro de la percepción de los ecuatorianos hay una sensación de abandono de parte del actual Gobierno”, señala Yánez.

Un criterio similar tiene la analista política Madeleine Molina sobre la afirmación de Lasso de que no le preocupan las encuestas que miden su gestión. “Es una manera de afirmar y legitimar que él es el presidente. ‘Soy el que tengo el mando del país al nivel del Gobierno y no me interesa si tengo la aceptación o no porque tengo el poder’”.

Lasso aseveró que no le preocupan las encuestas, pero en otras afirmaciones durante la entrevista con Vera denota que sí las observa, como cuando dijo que comprende que el tema de la inseguridad les preocupa a todos los ecuatorianos.

Las encuestas indican que la inseguridad ciudadana es el principal problema nacional en la actualidad.

¿Cuál es el principal problema que tiene nuestro país actualmente?, se preguntó en la última encuesta de Market.

El 58 % de los encuestados respondió que era la inseguridad ciudadana. (I)