Sin un acto oficial de posesión en el Salón Amarillo del Palacio de Gobierno, Luis Lara Jaramillo asumió la dirección del Ministerio de Defensa tras la sorpresiva renuncia de Luis Hernández Peñaherrera a ese cargo, presentada este 26 de abril.

Lara es el tercer ministro en menos de un año en funciones del gobierno de Guillermo Lasso. Su designación y posesión se efectuó en un evento reservado la noche del 26 de abril, con la presencia de Lasso, algunos miembros del Gabinete del frente de seguridad y el alto mando militar.

Este cambio se da en un escenario crítico, por la inseguridad ciudadana y por hechos que han afectado la imagen de las Fuerzas Armadas, como fue la presencia en sus instalaciones del fallecido exmilitar Miguel Ángel Nazareno, implicado en una presunta organización de captación ilegal de dinero denominada Big Money.

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A esto se suman las investigaciones por la explosión del radar en Montecristi (Manabí), que debía servir para la lucha contra el narcotráfico, que quedó inservible y se prevé trasladarlo hasta una base militar en Cotopaxi para evitar su deterioro.

En el 2014, durante el gobierno de Rafael Correa, Lara fue promovido al grado de general de Brigada del Ejército; y en octubre del 2019, con Lenín Moreno en la Presidencia, se lo nombró jefe del Comando Conjunto (Comaco) de las Fuerzas Armadas, en el contexto de las violentas protestas de octubre de ese año.

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General en servicio pasivo, fue designado ministro de Defensa, por Decreto Ejecutivo 409 suscrito por el jefe de Estado, al aceptarse la renuncia de Hernández, quien se mantuvo seis meses en esa función en relevo de Fernando Donoso.

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La mañana de este miércoles, el nuevo ministro llegó hasta las instalaciones de la Recoleta, en Quito, para asumir su despacho y conocer el estado de las investigaciones de la posible participación de militares en la red de captación ilegal de dinero; y, también, los daños al radar de Montecristi.

El Ministerio de Defensa maneja un presupuesto que sobrepasa los $ 1.000 millones. Según el informe de rendición de cuentas del 2021, de $ 1.410 millones que se le asignaron, $ 1.317 millones se destinaron a gasto corriente y otros $ 77 millones fueron para inversión.

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En el interior de la entidad castrense se impulsan acciones para que la Asamblea Nacional debata unos siete proyectos de ley relacionados con la seguridad ciudadana y el trabajo institucional.

Entre las principales, el Código Orgánico de Seguridad del Estado, la Ley de Uso Progresivo de la Fuerza y el proyecto de Ley Orgánica de Personal y Disciplina de Fuerzas Armadas. En este último caso, se está a la espera de que el Legislativo convoque al trámite en segundo debate.

Para Wagner Bravo, exjefe de Estado Mayor del Ejército, Lara llega en un momento crítico para la seguridad ciudadana, pero cree que se debe defender a las Fuerzas Armadas de opiniones que han afectado la imagen institucional.

Cree que Lara, al haberse mantenido como jefe del Comaco hasta mayo del 2021, tiene conocimientos recientes, y eso le va a permitir tomar decisiones inmediatas.

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El reto que asume, según Bravo, es dar trámite a las investigaciones a personal militar en caso de estar involucrados en el caso Big Money; y, de detectarse responsables, deben “aplicarse los procesos disciplinarios que correspondan”. Además, se “debe aclarar” lo que pasó con el radar de Montecristi.

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A su criterio, en los últimos catorce años las Fuerzas Armadas y el sistema de seguridad nacional “fueron afectados”, por lo que hay la “necesidad de reinstitucionalizarlos con leyes fundamentales que están en la Asamblea y que duermen el sueño de los justos”.

Alberto Molina, coronel en servicio pasivo y analista militar, consideró a Lara como un oficial competente que estuvo hasta hace poco como titular del Comaco, por lo que “está fresco en sus conocimientos de la institución”.

“Aspiramos a que haga un buen trabajo”, opinó Molina, al reflexionar que la crisis se debe también a una división interna que se promovió en el régimen de Correa, con medidas que no han sido superadas.

“Se quiso llevar a una lucha de clases a una institución jerarquizada y vertical, y se hizo muchísimo daño, por lo que los mandos militares tienen una responsabilidad enorme, considerando que las amenazas, como el narcotráfico, están ahí y manejan un arma poderosa, como es el dinero. Para afrontar esos embates, debe haber una capacitación ética y moral de los hombres, y ahí está la mano de los comandantes. Ahí hay un trabajo importante de sanar heridas”, afirmó. (I)