La Asamblea Nacional disuelta por el presidente Guillermo Lasso tenía entre el 91 % y 96 % de desaprobación nacional, según varias encuestadoras. De hecho, más del 70 % de ecuatorianos ve con buenos ojos la llamada muerte cruzada. Es que el repudio al Legislativo era notorio en las calles y en conversaciones entre familiares y amigos: “Que se vayan todos”, una de las frases más escuchadas.

Los legisladores abonaron, ampliamente, a la sensación de fastidio que tenía la ciudadanía contra el segundo poder del Estado. Casos de corrupción, los llamados diezmos, investigaciones de Fiscalía por narcotráfico o minería ilegal, presuntos sobornos, discursos pobres y endebles, acusaciones de violaciones sexuales, una guerra política contra el Ejecutivo que poco le importaba a la ciudadanía son algunos de los actos que se observaron en casi dos años de funciones del Parlamento.

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Incluso se escuchó a asambleístas quejándose de los $ 4.700 que percibían de sueldo porque no les alcanzaba para invitar un “arrocito con menestra” a sus asesores, mientras que cientos de miles de personas en el país no ganan ni $ 88,72 al mes (umbral de la pobreza en 2022) para mantener a sus familias.

Como si se tratase de una empresa escogiendo a la persona más idónea para ocupar una plaza, los electores del país deben revisar y analizar carpetas de quienes quieren ser legisladores. EL UNIVERSO ha consultado a expertos de la academia para saber qué aspectos debe tener un buen perfil para asambleísta.

Daniella Fernández, decana de la Facultad de Ciencias Políticas y Derecho de la Universidad Casa Grande, afirma que el ciudadano debe comprender el importante rol del voto dentro de un sistema democrático, ya que es la “voz” del electorado.

“El ciudadano común al ver una Asamblea que realmente estuvo desconectada con sus necesidades la desaprobó. De allí el alto margen de impopularidad”, dice.

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Los ciudadanos deben fijarse en la preparación académica de los candidatos a asambleístas que se postulen y que respalden estos conocimientos para desempeñar el cargo. Además, detectar si han tenido problemas legales en el ámbito personal o profesional.

También hay que averiguar los cargos que han desempeñado en la función pública, si es el caso. Si vienen desde el sector privado, saber en qué empresas han estado. En la actualidad decenas de políticos están involucrados en corrupción, por lo que analizar el desempeño ético y moral del candidato también es clave.

“La única forma de que vuelva la institucionalidad del Ecuador es elegir buenos candidatos que puedan llegar, luego de un análisis y debates, a consensos en beneficio del país”, añade Fernández.

Si bien en la Asamblea cesada hubo abogados, economistas, comunicadores, y todos con hasta cuatro asesores, el debate y las pocas leyes que aprobaron, en la gran mayoría de los casos, tuvieron errores. Se enfocaron en aprobar el Día del Bizcocho y no en tratar, por ejemplo, temas graves como la inseguridad que vive el país.

Pero este tipo de Legislativos no son nuevos en la historia ecuatoriana. De hecho, lastimosamente, han sido mayoría las Asambleas o Congresos que han estado envueltos en escándalos y corrupción. Legisladores que aprobaron la posesión de un presidente “interino” (figura inexistente), que declararon “discapacitado mental” a otro mandatario, que llevaron armas al pleno o que solo votaban a favor de las directrices de un caudillo han pululado.

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“Históricamente el ecuatoriano no ha sido consciente de la importancia del voto. Hemos dejado que los partidos políticos lancen a cualquier candidato que no precisamente trabaja por una agenda nacional”, afirma Fernández.

Para Paúl Córdova, docente de la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de la UISEK, otro de los puntos que se deben tomar en cuenta para decantarse por un asambleísta es el partido que lo auspicia, en especial porque actualmente el sistema de voto en plancha tiene un gran peso.

Si el partido no ha permitido que se generen nuevos cuadros políticos e impulsa a personajes “aparecidos” para poder captar más votos, ya es síntoma de alerta. Además, pese a que existe un dilema sobre la representación del 50 % de mujeres en candidaturas presidenciales y legislativas (el Consejo Nacional Electoral lo mantuvo en 30 %), el partido que no presente paridad de género entre sus postulantes también debe ser descartado, afirma Córdova.

Además, se debe valorar, desde los electores, a los perfiles que han hecho militancia en sus partidos, que se han preparado justamente para llegar a un cargo público: “No es lo más adecuado darle el voto a un candidato que no tiene partido ni tampoco darle el voto a un partido que no haya auspiciado y promovido a sus propios candidatos. No hay que premiar a los partidos que no han premiado a sus nuevos cuadros políticos”.

El docente indica que las malas Asambleas también son culpa de los partidos políticos, ya que no han sabido preparar verdaderos equipos de gobierno ni figuras que puedan dirigir las instituciones del Estado, este es su rol histórico.

Virgilio Saquicela y la mitad de los exlegisladores que fueron cesados se postularían nuevamente para las elecciones de agosto próximo

“También las malas Asambleas son culpa del control electoral que no ha logrado controlar y auditar que los recursos que se destinan a los partidos políticos sean aprovechados en programas de capacitación, de formación de nuevos liderazgos”, dice.

Y a esto se suma una falta de cultura ciudadana que no busca elegir a los menos malos sino a las personas “reconocidas” en los ámbitos políticos, deportivos o sociales.

De allí depende que se elija una buena Asamblea y evitar los bochornosos momentos que se maximizaron con el Parlamento cesado. (I)