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Pedro Pablo Duart, excandidato a la Alcaldía: Si yo fuera presidente, no me prestaría para el ‘show’ del juicio político en esta Asamblea de mamarrachos

El político dice que debe armarse un frente de unidad para los próximos comicios, sea que se adelanten o no a causa de una muerte cruzada.

Pedro Pablo Duart, excandidato a la Alcaldía de Guayaquil por el movimiento SUMA, habla de crear un frente de unidad que dé una esperanza al país. Foto de José Beltrán Foto: El Universo

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Pedro Pablo Duart quedó en tercer lugar en las elecciones para la Alcaldía de Guayaquil: alcanzó alrededor de 200.000 votos. Con ese apoyo, no descarta una próxima candidatura, no necesariamente en un escenario de elecciones adelantadas producto de una muerte cruzada que surja del Ejecutivo en medio de la conflictividad que vive el país. Al respecto, Duart cree que el presidente Guillermo Lasso no debería prestarse al show de un juicio político en una Asamblea Nacional de “mamarrachos”. Ambos poderes del Estado deberían irse a su casa y dar paso a una nueva generación de políticos.

Luego de las elecciones seccionales de febrero pasado, ¿qué rumbo ha tomado su actividad política?

Seguimos trabajando. Siempre he dicho que es más importante hacer que ser. Yo no he parado de trabajar desde que dejé la función pública en el 2020 cuando cesé mis funciones como gobernador, habiendo enfrentado una gran crisis por el paro de octubre del 2019 y una grave crisis sanitaria mundial por el COVID-19. Luego nos dedicamos a servir desde la sociedad civil con la fundación Progresa, enfocados en tres factores importantes para el desarrollo de la sociedad y el ser humano: seguridad, educación y salud. En seguridad llevamos 350 cámaras de videovigilancia gratis, instaladas en barrios y escuelas, con la ayuda de la empresa privada; en salud estamos haciendo brigadas médicas, entregando medicina, campañas de vitaminización (...); en educación estamos haciendo ciclos de capacitación en liderazgo político, en una escuela que llamamos El Semillero, llevamos tres ediciones, además cursos de enfermería y de primeros auxilios...

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Muchos describirían esa actividad social como campaña electoral.

Es una forma de hacer política, la política no es mala, la política es servicio, lo malo son los politiqueros. Ecuador está como está por culpa de los políticos que tenemos, que han hecho de la política un emprendimiento familiar, cuando han tenido la oportunidad de llegar al poder porque el pueblo les ha confiado el voto llevan a los hermanos, a los primos, y se olvidan de servir.

Otto Sonnenholzner y Pedro Pablo Duart en recorridos organizados por la Fundación Progresa. Foto Cortesía

Hacia dónde podría canalizar usted la votación que obtuvo. ¿Piensa en una futura candidatura presidencial o a la Asamblea Nacional en los próximos comicios?

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Tuvimos 200.000 votos aproximadamente en una lucha desigual, enfrentamos a dos maquinarias monstruosas con bastante poder y dinero y mucha estructura. Nuestra campaña fue austera, de puerta a puerta, caminando Guayaquil. Les ganamos incluso a otros actores de más experiencia, como Jimmy Jairala, que fue dos veces prefecto de Guayas. Nosotros seguiremos trabajando, no con miras a una elección, pero no lo descarto, me encanta, me apasiona la política. El problema de los políticos que hemos tenido es que solo trabajan en función de elecciones. Yo empecé a trabajar en el 2020, fui candidato en el 2023. No hay que ser oportunistas o improvisados y solo salir en vísperas de elecciones.

En SUMA, el movimiento que lo auspició, se ha hablado de armar un proyecto político de país con figuras como usted y el exvicepresidente Otto Sonnenholzner, ¿ya han avanzado en eso? ¿Quién lo liderará? ¿Usted? ¿Otto?

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Yo no estoy afiliado a ningún partido político, pero sin lugar a dudas hay que trabajar en una unidad. Creo que hay varios partidos, como SUMA, Avanza, RETO, que han sacado una buena votación y no son los partidos tradicionales a los que hemos estado acostumbrados. Se está viendo una renovación, un cambio generacional de la política. Lo que tenemos que procurar es que esos nuevos actores, que hayan demostrado trabajo en territorio, servicio y empatía, se unan.

¿Pero quién sería el rostro de esa unidad, de esa renovación?

Es que no se trata de una sola persona. La política es cambiante. Se trata de armar un gran frente que le dé una esperanza a la gente.

Sí, pero para servir, como usted dice, se necesita llegar al poder primero.

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Eso se decidirá en el momento que sea necesario, hay que ver quiénes son los actores y qué posibilidades tienen. No se puede dispersar el voto, no se puede seguir dividiendo más. En lo personal yo quisiera que fuera Otto Sonnenholzner porque lo conocí en la función pública, más allá de la amistad de 30 años que tenemos, y sé que es una persona que ha mostrado compromiso, empatía, responsabilidad y honestidad.

Todo este escenario de candidaturas que hemos analizado es con miras al 2025. Pero el país vive un momento de gran tensión política con el inicio del trámite de un juicio político contra el presidente Guillermo Lasso, quien a su vez tiene la posibilidad de disolver la Asamblea con la figura de la muerte cruzada y adelantar elecciones. ¿Podría ser, por ejemplo, que Otto sea la “figura estelar” del 2025 y usted el candidato presidencial para la “transición”?

La muerte cruzada es una herramienta que puede usar el presidente eliminando la Asamblea y gobernar por decreto por seis meses. Yo estoy de acuerdo con eso. Espero que el presidente la use y no tenga que someterse a un juicio político con una Asamblea que tiene muy poca credibilidad. Todos los asambleístas son unos vagos, sinvergüenzas, deberían desaparecer. ¿Qué cosa buena han hecho? Nunca pensé que esta Asamblea llegaría a ser como la que tuvimos antes, pero ha sobrepasado cualquier límite. No estoy de acuerdo con sus actuaciones. Son unos mamarrachos. Yo de presidente no me prestaría para el show y llamaría a muerte cruzada. El país no aguanta más, vivimos en indefensión, llevamos 1.400 muertes violentas en lo que va del año: 66 % más en relación al mismo periodo del 2022. Ya no solo se matan entre ellos (los delincuentes) sino a gente inocente, que ha demostrado trabajo, como Nathaly López, del Teodoro Maldonado, una chica honesta, transparente, responsable, con ella denunciamos casos de corrupción en la pandemia cuando yo era gobernador y ella trabajaba en el Ministerio de Salud. ¿Qué mensaje se manda a la población? Si eres bueno, te matamos. Hay que tomar acciones urgentes y el presidente no lo está haciendo, sino que está cayendo en el juego de la pelea de los legisladores. Y mientras tanto, el país se va al carajo. Y que no nos digan que no pueden hacer nada porque no tienen apoyo de la Asamblea. León Febres-Cordero tampoco tenía Congreso a su favor entre 1984 y 1988 y eliminó la guerrilla. Hay que ponerse los pantalones, como mano dura, y con mano justa. Y si no lo pueden hacer, que se vayan todos a la casa. Principalmente los asambleístas.

¿Cree que la causal de peculado que se invocó en el juicio político al presidente tiene sustento?

No soy abogado, pero no estaba de acuerdo con las causales planteadas; sé que quedó solo la de peculado. No he revisado el documento. Pero insisto: yo de presidente no me prestaría para el juego de esos asambleístas que no han hecho nada. Los mandaría a su casa y me quedaría gobernando el tiempo que dice la ley, convocaría a elecciones y permitiría que llegue gente nueva.

¿Y quizás no sería mejor que Lasso renuncie y que se dé una sucesión presidencial democrática con Alfredo Borrero?

Para mí la opción es que haya una muerte cruzada, elecciones en seis meses y que se presente una gran alianza entre actores políticos y el que tenga mayor opción, oportunidad, que llegue a la Presidencia con el respaldo de todos.

¿Sería usted candidato de anticiparse las elecciones?

No lo sé, no estoy trabajando por ser candidato a nada sino para ayudar a la gente. Todos tenemos que arrimar el hombro para hacerlo. Y este no es un discurso político.

¿Lasso ya no puede gobernar? ¿No hay cómo darle otra oportunidad?

El presidente se ha abierto muchos frentes. Y, lamentablemente, se ha quedado sin aliados. Uno puede permitirse eso si demuestra gestión. Y no ha habido eso. Las cifras nos dicen lo contrario: nos clavaron impuestos a la clase media, que fue la más perjudicada; las personas pobres están más pobres, no tienen salidas; hay más de 1.400 muertes violentas, se siente una especie de indefensión, de abandono en la ciudadanía. Ecuador no aguanta más y no podemos seguir experimentando. Es hora de actuar.

El 14 de mayo se posesionará Aquiles Álvarez en la Alcaldía de Guayaquil, ¿qué le sugiere para desarrollar una buena gestión?

He felicitado a Aquiles cuando se dieron los resultados. Le mandé un mensaje de WhatsApp diciéndole que aproveche esta oportunidad para servir, que cuente con mi plan de trabajo, y que cuente conmigo siempre y cuando sea en condiciones de honestidad y transparencia con la ciudadanía y los recursos del Municipio de Guayaquil. No soy nadie para dar consejos o sugerencias. (I)

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