A casi tres años del asesinato de Kattya Basurto Guzmán sus familiares aún no se resignan y piden justicia. Están a la espera de que los responsables sean sentenciados y el hecho no quede impune.

Ella tenía 24 años cuando la mataron. Se había graduado de ingeniera en Administración Financiera, pero estaba entusiasmada en seguir otra carrera, la de Enfermería.

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Sus sueños se desvanecieron el 27 de abril del 2020, en un supuesto asalto, un hombre le asestó una puñalada en el cuello hasta ocasionarle la muerte.

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El hecho ocurrió durante la pandemia del COVID-19, en momentos del confinamiento, mientras el pánico por el contagio del virus estaba en apogeo.

La necesidad laboral llevó a Kattya a trabajar en una piladora ubicada en la parroquia rural San Carlos, de propiedad Carlos C., su expareja y quien para su madre, Maricela Guzmán, se convirtió en verdugo y autor intelectual del asesinato.

Ella era la única mujer, tenía un hermano. Hablar de la muerte de la joven remueve los sentimientos de Guzmán. Se le hace un nudo en la garganta y sus ojos se humedecen al recordar la tragedia, ese sentimiento de dolor contagia a quien la escucha.

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Con voz entrecortada se pregunta ¿quién repara el corazón roto de un niño de cinco años? Se refiere a Stefano, el único hijo de Kattya y quien nueve meses antes del crimen de su madre sufrió la pérdida de su padre, un taxista quien también fue asesinado.

A pesar de haber pasado tres años del hecho, Guzmán recuerda como si fuera ayer las últimas horas que compartió con su hija. Conserva en su memoria las palabras, mensajes y hasta los estados de WhatsApp que ella había posteado a pocas horas del homicidio.

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Horas antes de su asesinato, la mañana del 27 de abril, Kattya le había dicho a su madre que ese día pretendía renunciar, los problemas con su expareja y jefe Carlos C., dueño de la piladora, se habían agudizado.

Según la madre de la ahora occisa, él, un hombre 20 años mayor que Kattya, la pretendía desde que tenía 16 años, y estaba obsesionado con su hija.

“Cuando mi hija era una adolescente y yo me enteré que ese hombre la pretendía yo me opuse y le llamé la atención. Hablé no solo con los padres de él sino también con la que era en ese entonces su esposa porque él era casado”, refiere Guzmán.

Ocho años después, Kattya al quedarse viuda y sin trabajo, se enteró por medio de su tío que en la piladora había la vacante para secretaria. La necesidad de laborar hizo que empezara a trabajar en la piladora de Carlos C., con quien meses después inició una relación sentimental.

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Ese vínculo ella lo terminó posteriormente, según Guzmán, por las constantes agresiones verbales y psicológicas que recibía.

Para ella, el hombre no habría tomado de buena manera la ruptura sentimental y constantemente vigilaba y hasta seguía a su hija, por ello cree que el robo fue “una cortina de humo” para ocultar lo que realmente ocurrió: un femicidio, dice.

Familiares de la ahora occisa han participado en varios plantones en reclamo de justicia para el caso. Foto: Cortesía. Foto: El Universo

Las circunstancias del crimen

Poco antes de la tragedia, Kattya estaba en su oficina, ajustaba las cuentas de lo vendido aquella mañana y tarde para terminar la jornada laboral y regresar a Quevedo donde vivía junto a su hijo.

En la piladora también estaba su tío, hermano de su madre, y su jefe Carlos C., quien era a la vez su expareja.

“En el momento del asalto, Carlos C., le dice a mi hermano que vaya a comprarle unos medicamentos mientras él a bordo del carro dijo que iba al cajero. Mi hija quedó sola y fue ahí cuando ingresó Jonathan R., para robarle y apuñalarla en el cuello”, relata Guzmán, quien presume que todo estaba planificado por la expareja de la joven.

Dice que en el video de la cámara de seguridad de la piladora, se observa cuando Carlos C., sale y en la parte exterior hizo una seña con la mano y seguidamente Jonathan R., el presunto autor material del homicidio, quien poco antes había llegado en una moto, ingresa a la piladora para atacar a Kattya.

Ante las primeras evidencias, el caso que estaba siendo investigado como robo con causal de muerte fue cambiado jurídicamente a femicidio. Sin embargo, luego de otras diligencias como el peritaje de contexto de género, que fue pagado por el mismo sospechoso (Carlos C.), la perito determinó que no había elemento de convicción para seguir investigando el delito de femicidio.

Y por ello se dispuso que el caso se investigue otra vez como robo con muerte.

Con esto el hombre quedó absuelto de culpa y se archivó la investigación en su contra.

En el proceso se vinculó además de Jonathan R., a Rosalía O., como presunto autor material y cómplice, respectivamente.

Maricela Guzmán refiere que la vinculación de ambos fue posible tras recuperar el celular de Kattya semanas después de su muerte.

“Cuando ya habían apuñalado a mi hija, mi hermano llegó a la piladora y se encuentra con el delincuente llevándose la cartera de mi hija y se la quita (…) en ese momento ve salir a Kattya de la oficina. Ella estaba botando sangre por la boca, mi hermano suelta a Jonathan R., para socorrer a mi hija, ahí ese hombre logra huir llevándose el celular de Kattya”, recuerda sollozante la progenitora.

Tras lograr ubicar el celular, que había sido vendido, la Policía logró identificar al presunto autor material del ataque y a presunta cómplice, quien sería la persona que le facilitó la motocicleta para cometer el delito y lo ocultó después de cometer el crimen.

Durante los años de investigación por la muerte de Kattya, su madre ha realizado varios plantones y manifestaciones con el propósito de obtener justicia. Además se unió a movimientos que impulsan las investigaciones contra el femicidio.

“Estamos en una justicia débil, llevamos tres años, con audiencias que se suspenden a cada rato”, cuenta la madre de Katty y añade que “ha sido una lucha dura con cambios de fiscales”, pero pese a ello espera finalmente, en pocos meses, obtener resultados favorables una vez que se inicie la etapa de juicio y la Policía logre dar con el paradero de Jonathan R., quien se encuentra prófugo.

Mientras, la presunta cómplice sí ha comparecido a las diligencias del caso.

Leonardo Jiménez, abogado defensor de Maricela Guzmán, menciona que hubo muchas audiencias fallecidas y dice que incluso los defensores públicos de los procesados no acudieron a varias audiencias porque se les presentaron otras diligencias.

“Como no se les puede vulnerar los derechos a los procesados, el juez suspende las audiencias para que se vuelva a dar en otra fecha. Para ello se ha tenido que esperar hasta dos meses (...) creo que hay que ir corrigiendo esto para que los casos sean más ágiles”, sostiene Jiménez.

Expresa que lo que más le llamó la atención en el proceso fue que en el peritaje de contexto de género que se realizó para ver el perfil del agresor, la Fiscalía no contó con un profesional público especializado.

“El que solicita el peritaje es el que tiene que pagar, en este caso fue Carlos C., esta prueba cuesta alrededor de 700 a 800 dólares, el procesado solicitó el peritaje y fue él mismo que le pagó a la perito, entonces, queda en tela de duda si es que existió o no la imparcialidad de parte de la perito (…) y esa fue una pieza fundamental para que luego se diga que no había suficientes elementos para seguir con el proceso penal de femicidio”, concluye el jurista.

Y añade que en los videos de seguridad se ve a Kattya durante el asalto, “ella nunca puso resistencia al robo, ella entregó la cartera y el celular”, remarca.

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Por su lado, los abogados defensores de Jonathan R., y de Rosalía O., indican que el caso sigue su curso y que serán los jueces quienes, con base en las pruebas presentadas, determinen si son o no inocentes. Evitaron dar más detalles del proceso, puesto que este sigue en curso.

El pasado 29 de marzo se reinició la audiencia preparatoria de juicio donde el juez llamó a juicio a los dos procesados. (I)