Una noche, cinco personas salieron de un carro estacionado en los exteriores del local de Natalia, en el sur de Quito. Con armas de fuego le dijeron al guardia del local que son de la banda Los Lobos, que necesitan hablar con el dueño.

Ingresaron y hablaron con el administrador, le dijeron que tenía que pagar $ 500 si no quería que les pasara algo, entraron y amedrentaron a todos los clientes. El dependiente les pidió que no hagan nada, pues no tenía la capacidad de decidir sobre el dinero.

En ese momento salieron del local y desde esa fecha no han querido volver a atender el negocio. Lo hacen a puerta cerrada, con clientes conocidos, pero las ventas a partir de esa noche han sido bajas.

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Natalia señaló que no pueden entregar dicha cantidad porque no la tienen y también porque le recomendaron que si se les da una vez van a abusar después.

Agregó que denunciaron el hecho, pero que siguen con miedo, que no ponen la denuncia los demás locales del sector por miedo a que tomen represalias contra ellos.

Brayan tiene un local en una parroquia del nororiente de Quito, en el valle de Tumbaco. Tuvo un problema con un sujeto que estaba dedicado a la venta de droga en su barrio.

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Él relató que el antisocial caminaba por la calle amenazando a la gente con cuchillos y armas de fuego. También dijo que solía dejar “tarjetas de sicariato”, los cartones parecidos a tarjetas de presentación eran entregados en las tiendas, restaurantes y micromercados del sector, informando que si no pagaban por su protección, tendrían consecuencias.

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La primera vez que llegó al local de Brayan, el hombre solo compró cigarrillos y se fue. La segunda ocasión llegó a amedrentar a todos y pidió que se le paguen $ 100 mensuales. Si no acataban sus pedidos, amenazó con incendiar una parte del local y que después tendría represalias con los familiares del dueño.

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La tercera ocasión que llegó fue enfrentado por el dueño. Cuando el sujeto salió a gritar en la calle, el propietario cerró la puerta y llamó a la policía. Ante la llegada de los agentes ya no estaba el delincuente, pero a dos cuadras de distancia lo encontraron amedrentando al dueño de una licorería, ahí la policía habría detenido al individuo y la población enardecida lo habría golpeado. Después no volvieron a saber de él.

El ciudadano que comentó que no podía dormir en aquel tiempo dijo que sí ingresó una denuncia, pero no fue en este año, pues a su juicio las ‘vacunas’ aparecieron hace dos años en su pueblo.

También aseveró que los demás vecinos no quisieron denunciar por miedo a tener que enfrentar otra vez al sujeto. “Tienen que denunciar, no se saca nada entregando el dinero, hay que rápidamente buscar a la Policía para que no siga este mal que va creciendo cada día al aceptar una de las vacunas”, añadió.

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Jairo Barrera, jefe de la Policía Judicial del Distrito Metropolitano de Quito, indicó que hasta el momento no han recibido ninguna denuncia escrita sobre extorsiones en los locales, de manera presencial.

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También dijo que es importante conocer que muchas de estas personas, antisociales o delincuentes comunes optan por tomar los nombres de las organizaciones delictivas como Los Choneros, Lagartos, Chone Killer y otros, tratando de atemorizar, pero lo que buscan únicamente es amedrentar, intimidar y lograr que las personas caigan en estos actos.

Lo que sí confirmó es que desde el 1 de enero hasta el 26 de septiembre registraron 724 denuncias por extorsión a través de llamadas telefónicas.

El director de la PJ en la capital pidió a los ciudadanos que en el caso de haber estos actos físicos de amenazas con armas blancas o de fuego, denuncien de inmediato, porque solo así podrán trabajar con revisión de cámaras de video para ubicar a los delincuentes.

Para las personas que tienen miedo de represalias también puntualizó que existe un número de teléfono en el cual se guarda la reserva del denunciante, que es el 1800-delito (335486).

“Como el modus operandi es primero amenazar para regresar otro día a cobrar, en la próxima ya se podría detenerlos”, enfatizó. (I)