En las inmediaciones de la iglesia Jesús Obrero, ubicada en Leonidas Plaza y Alcedo, es frecuente ver a consumidores y microtraficantes. En esa zona del barrio Garay, donde el jueves pasado fueron acribillados tres hombres, hay preocupación.

Los moradores cuentan que es casi cotidiano observar grupos de consumidores recorriendo las calles, revisando en la basura y hurtando objetos para poder comprar H.

La problemática es tal que quienes llegan a la iglesia católica de ese barrio han sido víctimas de los consumidores, que les han robado accesorios de sus vehículos y que se quedan en la puerta de la iglesia inhalando droga.

Publicidad

“Han tenido que ir a buscar sus accesorios en un almacén que queda en la esquina. Ahí compras el mismo retrovisor que te robaron minutos antes, pero tienes que pagar el doble de lo que le dieron al hachero”, contó un trabajador de la parroquia, a quien le arrancaron el espejo retrovisor de su auto mientras estaba en una misa.

Dalila Castro, quien vive en ese mismo barrio, indicó que al pie de su casa se duermen algunas noches los consumidores y que en la madrugada empiezan a inyectarse sustancias.

“Un día me desperté porque mi hijo se iba al trabajo y al abrir la puerta encontramos a un hachero atravesado en el paso, vomitando y casi desnudo”, afirmó la mujer con malestar.

Publicidad

Por más que se llama a la Policía ellos no hacen más que sacarlos, pero no pueden llevárselos presos o algo así, se queja otra vecina que señaló de forma disimulada la casa donde venden droga.

“Tenemos miedo de denunciar porque nos pueden mandar a hacer algo”, dijo un vecino mientras compraba en una tienda del sector.

Publicidad

Otra habitante de ese barrio espera que al menos ya no consuman en las calles, pues es un mal ejemplo para los niños.

“Las criaturas no pueden crecer como si fuera normal esa situación”, manifestó la madre de tres menores de edad.

Pero no solo el consumo en las calles es una queja de los habitantes de esa zona de la urbe. Cerca del barrio Garay está el barrio del Salado, que llega hasta la avenida 9 de Octubre. En esa zona la principal queja es el trabajo sexual sin control y al que se le asocian una serie de problemas y delitos.

Hay consumo de drogas, robos, contó Gustavo Rivadeneira, quien es parte del comité barrial que agrupa a estos sectores. Rivadeneira, quien ha vivido siempre en este sector, explicó que ha tenido acercamientos en los últimos años con el municipio para que se concreten las ordenanzas que permitan controlar el consumo en las calles y el trabajo sexual.

Publicidad

Sujeto deambula en sector del barrio Garay, suroeste. Foto: El Universo

Esas ordenanzas existen, dijo Rivadeneira, pero no se han establecido sanciones para quienes las incumplan, es decir, en la práctica no sirven porque la Policía no puede ejecutarlas.

Los policías les piden que se retiren, pero luego vuelven. No se puede llevar preso a nadie, afirmó Rivadeneira, quien agregó que desde hace un año el Concejo cantonal está analizando las posibles sanciones, pero estas deben ser determinadas por el síndico municipal y esto aún no se hace.

Rivadeneira, quien fue designado gestor comunitario del distrito 3, añadió que por ejemplo se puede establecer $ 40 de multa para quienes por primera vez incumplan la ordenanza de no ejercer la prostitución en la vía pública y seis días de cárcel para reincidentes.

Pese a la falta de multa, él sí considera que la Policía puede tomar medidas para controlar esta problemática que ha afectado a varios negocios de la avenida 9 de Octubre.

“Policía que tome acción con migración, que trabajen y peinen esta zona y le aseguro que van a sacar a más del 70 % de quienes se dedican a la prostitución porque muchas son extranjeras que no tienen papeles en regla e incluso hay menores de edad, la Dinapen debe actuar”, sostuvo Rivadeneira.

Sol Paredes, quien vive también en el centro de Guayaquil, cerca de la piscina olímpica, aseveró que la prostitución es un problema que ha afectado mucho la imagen de su sector.

“No es un tema de moral, sino que esto acarrea otros delitos como robo, microtráfico, sicariato y los proxenetas que acompañan son personas peligrosas”, indicó.

En esa zona del centro de Guayaquil también se da otro problema y es que los accesorios de carros que son robados en toda la ciudad, los venden en algunos almacenes pequeños de la zona. Eso cuenta un vecino que vive en la calle Esmeraldas.

“Una vez iba entrando a mi casa y me preguntaron si yo era el que vendía los cerebros de los carros. Era un señor al que le habían robado en Urdesa y lo habían llamado para decirle que lo podía encontrar en tal esquina. Tuvo que ir a un almacén donde le instalaron su propio equipo, pero debió pagar”, relató un vecino. (I)