Un sentimiento de angustia invade a Alisson Moreta cuando escucha que hay un amotinamiento en centros penitenciarios del Ecuador.

Sin embargo, la joven no se arrepiente de haber escogido ser agente de seguridad penitenciaria.

Forma parte de los más de 1.370 agentes que el próximo 28 de noviembre se incorporarán a ese trabajo.

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Tiene 21 años, se graduó en el colegio Juan Pío Montúfar, en Quito, quiso ser abogada pero no pudo ingresar a la universidad.

Otro de sus anhelos era pertenecer a un cuerpo uniformado y ayudar a otros a aprender de sus errores y a corregirlos.

Lo más duro durante su preparación fue alejarse de su familia que está en la capital de la República. Su formación la hizo en Santa Elena.

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Militares resguardan la cárcel El Inca, en el norte de Quito. Ellos se ubican en los exteriores del centro penitenciario. Carlos Granja Medranda / EL UNIVERSO Foto: Carlos Granja Medranda

“Nos han formado desde los ejes de tratamiento hasta derechos humanos con el objetivo de la reinserción y rehabilitación de las PPL (personas privadas de libertad)”, sostuvo en el primer filtro de ingreso a la cárcel El Inca, en el norte de Quito.

Vestía su uniforme: botas negras, medias, el traje de agente conocido como “manicho” por su camuflaje, camisa, un cinto con un portalinternas, portagás, esposas y una gorra negra.

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Sus clases de formación eran de 08:00 a 12:00 y de 14:00 a 18:00. Entre las materias que recibió estuvieron mantenimiento del orden, cómo esposar, derechos humanos, aspectos físicos, cómo hacer un traslado. No recibió sobre manejo de armas.

En las prácticas preprofesionales, que realizaron hasta este viernes 18 de noviembres, rotaron entre las áreas de prevención, puertas y bloques.

Su familia la apoyó en la decisión que tomó, pero cada que escuchan noticias de amotinamientos, hay en ellos preocupación.

A José Zapata siempre le llamó la atención la vida uniformada.

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Intentó ingresar a la Policía, y a sus 27 años está próximo a graduarse también de agente de seguridad penitenciaria. Inicialmente su familia no conoció de su intención de ser parte de ese cuerpo.

Lo más fuerte –comentó– fue cuando por su preparación tuvo que alejarse de sus seres queridos.

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Francisco Guzmán, director de Educación Penitenciaria del Servicio Nacional de Atención a Personas Privadas de la Libertad y Adolescentes Infractores (SNAI), que administra el sistema penitenciario en Ecuador, indicó que se inscribieron 13.101 personas y en julio pasado ingresaron 1.464.

Durante los cinco meses de capacitación se ha impartido instrucción formal a cargo de la Policía.

Además, se creó un grupo especializado de instructores del Cuerpo de Vigilancia y Seguridad Penitenciaria con instructores de Francia, Italia, Portugal y Chile.

Actualmente, en la última fase, que es la de las prácticas preprofesionales, hay 1.378 personas, proceso que terminó el viernes y su graduación será el 28 de este mes, en Guayaquil.

Las prácticas preprofesionales se realizan en once centros de privación de la libertad tomando en cuenta la realidad de cada uno donde se ha aplicado, en el registro de puertas, de personas o de visitas.

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En la cárcel El Inca, en el norte de Quito, según el SNAI, hasta el 28 de octubre hubo 1.365 personas privadas de la libertad. Carlos Granja Medranda / EL UNIVERSO Foto: El Universo

Los aspirantes se gradúan con el grado de agente penitenciario 3 con un sueldo de $ 817.

Hay siete grados y jerarquías en el Cuerpo de Vigilancia. Los nuevos agentes se encargarán de los registros, control de puertas y traslado de internos en los centros de privación de la libertad.

Por ley se deben conformar tres unidades especiales de intervención penitenciaria entre personal antiguo y nuevo. A futuro portarán armas.

“Estamos ya con una doctrina penitenciaria (...), ya no depender inclusive del soporte de Policía, de Fuerzas Armadas. En su momento ya se harían cargo las mismas unidades especiales del Cuerpo de Seguridad en el control y en la vuelta a la calma de cada uno de los centros”, expuso Francisco Guzmán.

Actualmente hay 1.593 agentes e ingresan 1.378, y en 2023 entrarán 1.000 nuevos.

El funcionario señaló que no existe un estándar internacional que establezca cuántos agentes debe haber por tantos PPL.

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No obstante, con los 1.000 adicionales, habría un agente por cada diez presos con lo cual habrá mejor control, sostuvo.

Se aplica lo que denominó seguridad dinámica, para que no haya una interacción directa con los presos. Aseguró que habrá mejor clasificación de los presos, mayor control, mejor infraestructura.

“Nos hemos preparado ya mental y físicamente para poder ejercer nuestro trabajo ante cualquier situación adversa que se nos presente en nuestro diario vivir”, respondió José Zapata, uno de los nuevos agentes, cuando se le preguntó sobre qué siente cuando escucha que hay un nuevo amotinamiento en las cárceles. (I)