Siempre ha sido aspiración ciudadana que las campañas electorales den igual oportunidad a los candidatos y se emitió una ley para controlar el gasto y la propaganda. La ley dice que la campaña electoral es “con el propósito de dar a conocer principios ideológicos, programas de gobierno, planes de trabajo y promoción de las candidaturas”. En la práctica no es así, la campaña se ha destinado más a desacreditar al otro, que a los principios, planes y programas del candidato, como dice la ley.

Hoy, tenemos los medios en manos del Estado, que por serlo deberían acoger por igual a todos los candidatos. Sin embargo, según Fundamedios y su Observatorio , en seis de ellos, en radio y televisión, entre el 10 y el 16 de marzo, hubo 5 horas y 13 minutos destinados a desacreditar al candidato opositor y 2 horas y 45 minutos a promover al candidato del partido en el poder, a quien, en otras palabras, favorecían las 7 horas y 58 minutos.

Es deplorable que al no distinguir claramente entre el Estado y el partido que ejerce circunstancialmente el poder, se pierda la oportunidad de cumplir con la aspiración ciudadana que inspiró el espíritu de la ley. (O)