La universidad siempre será un tema de interés para los ecuatorianos. Se podría decir que hay un anhelo general de que los jóvenes tengan acceso a ella y eso es positivo, pues podría traducirse en que estamos convencidos de que es necesario estudiar, prepararse, para ejercer una profesión que permita el desarrollo humano de quien la practica y apoye el desarrollo colectivo.

Pero a lo largo de los años ha habido algunos periodos en los que nos preguntábamos si en realidad todos los jóvenes que estuvieron en la universidad salían de ella con los conocimientos necesarios para ejercer con solvencia una profesión y ponerlos al servicio de la sociedad y, lo más importante, si salieron listos para aprender durante toda la vida, cualquiera que sea el área del saber que eligieron. Y muchas veces, la respuesta no fue satisfactoria.

Por eso, cuando el Gobierno anterior asumió la tarea de “cambiar las universidades”, muchos ciudadanos lo vieron con esperanza, pero otros tuvieron claro que, ciertamente, se necesitaban evaluación y cambio, pero que debía surgir dentro de las universidades y observaron con recelo el cambio resuelto por decreto.

Hoy hay ya una realidad universitaria que es necesario evaluar para promover en la academia cambios que vayan más allá de lo burocrático y que respeten la autonomía de las universidades.

En estos días está circulando un libro. Su nombre es Las reformas universitarias en Ecuador 2009-2016. Extravíos, ilusiones y realidades. Está dividido en cinco grandes temas: La universidad y el Estado ecuatoriano, La elaboración de políticas de educación superior, Evaluación y calidad, Ingreso y estudiantes y Sociedad, universidad, mercado. Los diversos ensayos que integran cada sección han sido trabajados por 26 académicos, pero fueron discutidos y apoyados por muchas personas de la comunidad universitaria, especialmente, por los miembros del grupo Universidad y Sociedad, integrado por docentes universitarios de Quito, Guayaquil y Cuenca, que se dedican al estudio y reflexión sobre la realidad universitaria del país.

El libro presenta miradas críticas, pero tiene sustento y bases evidentes que se presentan en el texto: estudio de casos, análisis de políticas específicas, información estadística, una amplia bibliografía, pero también una visión del contexto en el que se producen, lo que es un enfoque fundamental e ineludible si queremos acercarnos al tema universitario con seriedad.

La lectura inspira algunas preguntas, pero hay una en la introducción del texto, cuya respuesta es clave cuando se habla de reforma universitaria: “¿Qué modelos de conocimientos y de ciencias se requieren para desarrollar una sociedad democrática? En este caso, la palabra “democrática” es muy importante, porque lleva a plantearse el tipo de relación que debe existir entre la Universidad y el Estado, la Universidad y la sociedad y la Universidad y el mercado.

El tema planteado en el anexo del libro es de enorme interés, se hacen algunos planteamientos “sobre el ingreso, la exclusión, la inclusión, la permanencia en la educación superior”, pues aporta información indispensable para conocer si la oferta de universidad para todos y en igualdad de condiciones es una realidad o no.

Escogí este tema para mi propuesta de hoy porque creo que los estudios serios y la información básica sobre la universidad ecuatoriana deben estar al alcance de todos los ecuatorianos, porque los problemas de la educación superior son problemas del país, es decir, de todos. (O)