En los últimos días dos hechos han acaparado la atención del mundo: 12 niños tailandeses atrapados en una cueva inundada y el campeonato mundial de fútbol que se definirá mañana.

Los niños y su entrenador de fútbol entraron a visitar la cueva que es un atractivo turístico, pero una tormenta inundó el lugar y quedaron atrapados. Buzos británicos lograron localizarlos y después de discutir varias opciones se decidió drenar el agua del interior para reducirla a un nivel que permitiera el rescate, del que se encargaron los buzos.

Se programó que se salvarían cuatro niños por día y en el tercero se incluiría al entrenador. La tarea fue difícil, aun para buceadores profesionales, sin luz, con desniveles en una superficie inundada en algunos puntos, con tramos muy estrechos. Se tardaba 11 horas entre ir y volver al punto donde se encontraban los niños en el interior de la cueva.

Entre los socorristas hubo tailandeses, británicos, estadounidenses, australianos, entre estos últimos un médico que estaba de vacaciones en Tailandia y se ofreció para participar en el rescate y fue quien se encargó de examinar a los niños y mantenerlos en forma tal que resistieran el rescate por buceo, fue quien indicó el momento propicio, de acuerdo al estado en que se encontraban, para realizar el salvamento.

Un especialista en rescate de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos fue quien dio a conocer el trabajo del entrenador para mantenerlos en calma: “se unieron, hablaron sobre la necesidad de ser fuertes, tener la voluntad de vivir, tener la voluntad de sobrevivir”.

En el otro hecho, las percepciones y las reacciones fueron distintas. Las nacionalidades rivalizaban, los aficionados hacían pronósticos, los expertos mencionaban en sus análisis la experiencia de los futbolistas de los distintos equipos, algunos mencionaban las estadísticas y muchos tenían la esperanza en sus jugadores estrellas, aun los que no eran partidarios de sus equipos querían verlos jugar. La realidad fue otra, las grandes estrellas, las figuras mediáticas no estuvieron en los encuentros finales, tener en sus filas a Messi, a Ronaldo o a Neymar no fue suficiente.

Dos circunstancias muy distintas que dejaron enseñanzas válidas para ciudadanos de cualquier país.

En el fútbol, quedó claro que lo que lleva al éxito es el trabajo de equipo, las estrellas están bien y por serlo tienen el favor del público y cierto liderazgo, pero solas no pueden, es como en la vida: las familias, las empresas, los partidos políticos, los gobiernos, tienen líderes, pero solos no pueden, el éxito en la tarea se consigue en equipo.

El otro hecho nos deja una lección y una pregunta. Cuando los doce chicos y su acompañante estuvieron fuera de la cueva, en todo el mundo se sintió una sensación de alivio y de júbilo, una vez más, los humanos habíamos demostrado que somos capaces de ser solidarios, de olvidar las nacionalidades y las fronteras cuando hay gente en situación de peligro. La lección es juntos podemos, y la pregunta ¿ por qué no podemos ante el peligro de la desnutrición de millones de niños en el mundo?(O)