En la famosa obra de Charles Dickens Un cuento de Navidad, el protagonista Ebenezer Scrooge, un hombre extremadamente avaro, es visitado por tres fantasmas en Nochebuena. Los dos primeros espectros le presentan visiones de su pasado y presente, respectivamente, revelándole cómo su mezquina conducta ha afectado a su propia persona y a quienes le rodean. Sin embargo, es la visión traída por el tercer espíritu, el fantasma de las navidades futuras, la que de verdad lo aterra, ya que esta le muestra cuál será su destino si no reforma su comportamiento: el morir solo y sin nadie que lo extrañe. Conmovido por esta terrible visión, Ebenezer se levanta en la mañana de Navidad como un hombre transformado, dispuesto a reformar sus hábitos para escapar del terrible final que le espera si no lo hace.

La situación que atraviesa el Ecuador se presta para imaginarnos un cuento similar, aunque aquí el pecado que nos pone en peligro no es la avaricia, sino al contrario, el despilfarro y la mala administración de los fondos públicos. Los reportes sobre la sostenibilidad del IESS nos deben inspirar el mismo terror que el último espectro de Dickens: una sombría advertencia de lo que se nos avecina si no cambiamos drásticamente nuestro rumbo.

Las proyecciones sobre el futuro de nuestro sistema de seguridad social son alarmantes, pero sus conclusiones son claras: la seguridad social ecuatoriana requiere cambios urgentes que permitan mantener su sostenibilidad. Si estos no ocurren, su crisis es inevitable, sea que esta venga más tarde o temprano dependiendo de las medidas que se tomen. Los estudios, los cuales han sido avalados por firmas y expertos externos, incluso plantean un escenario pesimista donde el IESS entraría en un déficit insuperable para el año 2023. En otras palabras, la situación de la seguridad social es tan grave que es posible que en tan solo cuatro años, este entre en una severa crisis financiera, causando un perjuicio severo e irreparable para todos los pensionistas.

¿Qué causaría que se materialice este último escenario? Que el Gobierno prosiga con las catastróficas políticas de Rafael Correa, nuestro fantasma de las navidades pasadas y el arquitecto de la apremiante crisis fiscal que se empieza a sentir en nuestro país. En efecto, contraviniendo la expresa disposición de la ley y sin proveer ningún argumento de carácter técnico, Correa sistemáticamente negó al IESS la contribución del Estado, indicando que la seguridad social “gozaba de un superávit” por lo que esos fondos estarían mejor invertidos en los faraónicos proyectos de su gobierno. La peligrosa teoría de Correa, la cual ve a los fondos del IESS como una mera extensión de las arcas del Estado en vez de ser propiedad de los contribuyentes, está rindiendo sus frutos.

Los reportes de la crisis del IESS son solo una manifestación más del abismo financiero en el que estamos cayendo a causa del despilfarro irresponsable. Las advertencias que nos trae este tercer fantasma navideño deben ser tomadas con toda seriedad: si no efectuamos cambios estructurales importantes, el colapso será inevitable. (O)