¡La adversidad, esa maestra...! “La prosperidad muestra los dichosos, la adversidad revela los grandes”. Proverbio latino tomado del libro Desde la adversidad de Santiago Álvarez de Mon, IESE Business School, mi profesor.

Estamos sufriendo las consecuencias de la baja del precio del petróleo ecuatoriano en más de 50 % y de la mayor crisis sanitaria mundial, causada por el coronavirus originario del Asia, con graves efectos en nuestra salud y la economía nacional.

En estas cinco décadas tuvimos dos grandes booms de precios del petróleo: 1972-1979 y 2010- 2017. Por ser más reciente, analizaremos el segundo, descrito en el libro La fuerza de la opinión pública de Ángel Polibio Córdova, quien demuestra que entre 2007-2017 nuestro presupuesto alcanzó la enorme cifra acumulada de US$ 210 billones, con un déficit fiscal acumulado de US$ 32,5 billones, causante del incremento exponencial de la deuda pública a más del 60 % del PIB y un déficit fiscal que en 2020 podría llegar al 7 % del PIB.

Debido al desgastado modelo económico vigente –precio del petróleo alrededor de $18/barril (el presupuesto fue elaborado con un precio de $51/barril) y su efecto en la caída de la demanda agregada de bienes y servicios–, analistas económicos piensan que Ecuador solo se recuperaría de esta debacle en el largo plazo. Es evidente la relación inversamente proporcional entre el precio del petróleo y el riesgo país, de manera que al 24 de marzo este índice de riesgo fue de 5245 puntos básicos, que simplemente significa que compradores de deuda externa exigirían una tasa de interés del 52% anual y un descuento del precio del bono de aproximadamente más del 70 %, situación que hace improbable este método de financiamiento.

Recordando a Keynes, quien dijo que “en el largo plazo todos estamos muertos”, necesitamos aplicar terapia de shock a la economía: bajar el gasto público corriente en 20 % y aumentar los ingresos aplicando una nueva estrategia ecoenergética para el 2020-2030, que atraiga Inversión Extranjera Directa con contratos de participación en exploración de riesgo y métodos de recuperación mejorada avanzada, similar a la inversión del Consorcio Texaco-Gulf a fines de los 60, cuando descubrieron la mayoría de los campos en producción actualmente.

En el informe de la Bristish Petroleum (BP Statistical Review World Energy) 2019, encontré estadísticas: al final del 2018 Ecuador contaba con 2800 millones de barriles (mb) de reservas probadas. El país consumiría un promedio de 190 mb por año que con la actual producción, estimada en 530 000 barriles diarios (bd), significaría que en menos de 15 años (2800/190), sin reemplazo e incremento de las actuales reservas, dejaríamos de ser país petrolero.

Ecopetrol salió a la bolsa de Nueva York el 2008, vendiendo hasta el 20 % de sus acciones; desde entonces, la empresa duplicó su producción de petróleo y gas natural; incursionó en nuevos negocios de biocombustibles y petroquímica; modernizó infraestructura de refinación, transporte y se convirtió en un grupo empresarial con operaciones en Colombia, Estados Unidos, Brasil, México y Perú. A fines de 2019 reportó utilidades netas de $4,4 billones en su estado financiero auditado.

No soy keneysiano, sino seguidor de Smith y Friedman (premio Nobel de Economía), y creo firmemente que Ecuador se recuperará entre 3 y 5 años, con una mejor política económica y la debida rendición de cuentas, enfocándose el Estado en cambiar la estrategia energética, como lo hizo Colombia, realizando inversiones productivas y evitando las improductivas, como las realizadas en las refinerías ecuatorianas.

En consecuencia, el Gobierno está obligado a mostrar resultados y Petroecuador-Petroamazonas deben continuar su proceso de fusión e integración (producción-distribución-refinación-transporte-comercialización) emitiendo estados financieros auditados, transparentes, acciones que subirán su valor como empresa.

Los inversionistas, accionistas y, sobre todo, los ciudadanos, miden a sus mandantes por sus resultados positivos. Antes que pensar en subir el IVA o el impuesto a la renta en recesión, el Gobierno debe tomar en cuenta el principal activo del país, gran generador de nuevas divisas que mejorarían la balanza comercial y la reserva monetaria internacional, ejecutando una buena reestructuración administrativo-financiera-operacional y evaluar una potencial emisión de acciones en las bolsas de valores nacional o internacionales.

Es lógico pensar que calificadoras de riesgo como Moody’s, Fitch y Standard & Poor’s cambiarán positivamente nuestra calificación cuando observen que intentamos resolver el problema de flujo de caja con una nueva estrategia, que aumente producción y reservas probadas de petróleo, medidas que lograrán que el riesgo país baje en el corto plazo.

En una entrevista de El Comercio, del 15 de marzo, titulada René Ortiz: “Gestión de Sacha pasará a un privado hasta junio”, nuestro flamante ministro de Energía dijo: “La industria petrolera puede dar soluciones de corto plazo y el crudo de Ecuador es apetecido en el mercado. Entonces, hay que producir”.

El ministro Ortiz ha dicho que solo el campo Sacha va a ser licitado bajo el concepto de contratos de asociación. Sugerimos cambiar todos los contratos de participación por servicios específicos (donde se paga una tarifa por barril a una empresa, y el riesgo es 100 % del Estado), por contratos de participación, en donde el riesgo se reparte y gana el contrato la empresa privada que entregue más participación al Estado.

En pocos meses, cuando pase esta crisis sanitaria, esperamos que Ecuador implemente soluciones de corto y mediano plazo para recuperar el crecimiento económico y empleo, enfocándose en convertir a Petroecuador en una empresa petroenergética integrada, eficiente e independiente de la política.

El año pasado visité Lago Agrio y observé el primer pozo de la Texaco (1972), me emocioné y con orgullo pensé: “soy ecuatoriano y tenemos un país rico”. Solo debemos administrar mejor los recursos naturales, iniciando pronto la revolución de la innovación, competitividad y oportunidades para todos, en democracia. ¡Venceremos el coronavirus y la recesión económica! (O)