Hace unas semanas, mientras escribíamos en el chat familiar, cada hermano subió su anécdota del día. Mi hermano envió fotos en las que se apreciaba el inicio de la primavera en el lugar donde vive, mi hermana compartió su nuevo dibujo y yo adjunté mi última columna, los comentarios opinando y celebrando iban y venían, pero mi papá se mantenía silencioso. De repente, vimos que estaba escribiendo y estuvimos expectantes hasta que llegó su frase: “Hoy es un día especial para nosotros (para él y mi mamá) al ver cómo la vida avanza maravillosamente. Siento que el futuro está empezando para el bien de todos”. Fue realmente emotivo darnos cuenta de que, efectivamente, cada uno de nosotros había empezado lentamente a salir de los sentimientos de agobio, ansiedad y tristeza, producto de esta larga cuarentena, para dar paso a una nueva etapa.

En consecuencia, me parece oportuno recordar que Charles Darwin afirmó que solo sobreviven las especies que se adaptan mejor al cambio, y un siglo después, Stephen Hawking dijo que la inteligencia es la habilidad de adaptarse a los cambios. La semejanza de los conceptos no es casualidad, por el contrario, es fundamental reconocer que nuestra actitud y determinación frente a la vida son importantes para poder construir una nueva cotidianidad, donde nuestras costumbres se acomoden a las recientes exigencias y se respeten protocolos para poder habituarnos eficientemente a la nueva situación social, ya que solo de esta manera podremos empezar a desarrollarnos desde el lugar donde las circunstancias nos han puesto, y lograremos producir para poder avanzar. Es básico aceptar que vamos a convivir con un virus que no desaparecerá, pero tampoco podemos detenernos.

Por tanto, a pesar de que siempre será más fácil abrazarnos al pasado, encerrarnos en la negación, rechazar el presente y muchas veces hemos estado tentados para renunciar, renegar de Dios, de la vida y lamentar nuestra suerte temiendo un porvenir preocupante para todos, es mejor descartar estas ideas y posturas porque no son productivas ni saludables. Recordemos que la vida tiene cosas que podemos cambiar y otras no, así que con las primeras hay que hacer nuestro mejor esfuerzo en trabajarlas; y con las segundas, nos toca aprender a vivir. Pensemos en todo momento que detrás de nosotros vienen nuestros hijos y la actitud que adoptemos frente a esta situación será replicada por ellos. Nosotros tenemos la potestad de brindarles tranquilidad o miedo.

Finalmente, creo que la vida siempre tiene una buena noticia por cada desgracia y una sonrisa para cada lágrima, es fundamental no perder la esperanza y vivir con vehemencia un día a la vez. Además, ya estamos viviendo ese mañana que siempre postergamos o sentíamos lejano, y es importante tener presente que somos los dueños de nuestro destino, así que depende de nosotros aquello que deseamos dejar como legado y ejemplo para nuestros hijos y los registros de la historia, por tanto, replico las palabras de Julio Cortázar: “El hombre debe buscar su estado venidero en el presente, y el cielo en sí mismo y no por encima de la tierra”. El futuro es hoy y ahora. (O)