“Éramos felices y no lo sabíamos”, dicen las redes sociales contrastando la libertad de ayer y la cuarentena de hoy. Puede ser cierto, pero la realidad es que cuando “éramos felices” pedíamos aquello que hoy tenemos… de sobra:

Pedíamos que el tiempo pasara más lento o “bajarnos del mundo” porque iba muy de prisa. Hoy el reloj se ha ralentizado, las noches son largas y el mundo parece haberse detenido.

Pedíamos pasar más momentos de calidad con nuestros hijos y no perdernos ni uno solo de sus logros. Hoy pasamos con ellos el día entero y somos testigos tanto de sus éxitos como de sus tropiezos.

Pedíamos feriados largos, que ya fuera viernes, que no llegara el lunes tan pronto. Hoy nos cuesta ubicarnos en un calendario que parece marcar siempre el mismo día.

Pedíamos “vacaciones de las vacaciones”. Hoy es obligatorio quedarse dos semanas en un hotel al regreso de un viaje.

Pedíamos fines de semanas para hacer todo aquello que era “importante”. Hoy ya hemos comprendido que eso que considerábamos importante, en realidad, eran trivialidades, y en muchos casos, frivolidades.

Pedíamos más “días libres”. Hoy tenemos horas libres de las actividades que solíamos hacer, pero se han llenado con nuevas responsabilidades y hemos encontrado destrezas que no sabíamos que teníamos.

Pedíamos que el rico tuviera menos. Hoy todos somos más pobres, incluido el rico. Pero no veo algún beneficiario de eso que dejó de ganar, ¿o sí?

Pedíamos días de más de 24 horas para cumplir toda nuestra agenda. Hoy los días parecen tener 40 horas y, muchas veces, tampoco logramos hacer lo que está en nuestra lista.

Pedíamos teletrabajo y viernes casuales. Hoy la “oficina en casa” es la única forma de producir para muchos y hemos aprendido herramientas para teletrabajar con éxito… Y todos los viernes (¿días?) son casuales.

Pedíamos que nuestros hijos “pararan de crecer”. Hoy parece que el tiempo se ha detenido para ellos y para nosotros y que solo les crece el pelo.

Pedíamos tiempo para leer, escribir, hacer ejercicio, organizar. Incluso para dar una mano a quien más lo necesitara. Hoy el tiempo para hacer esas actividades sobra y las necesidades ajenas abundan.

Pedíamos un descanso para el planeta de su “peor enemigo”. Hoy el planeta pide a gritos el regreso de quien mueve el mundo, crea riqueza y empleo, mejora la calidad de vida de muchos. El mismo de quien esperamos que encuentre la vacuna contra el virus que nos encerró.

“Cuidado con lo que deseas”, dicen por ahí. De una forma extraña y quizás un tanto sombría, mucho de eso que deseábamos, hoy lo tenemos.

Desde luego que una pandemia no es exactamente el escenario que pedíamos. No queríamos perder a gente cercana por un virus misterioso. No pedíamos distanciamiento social ni alejarnos de quienes queremos cerca. Por supuesto que no queríamos perder empleos ni quebrar negocios por culpa de un enemigo que ni vemos.

Pero sí pedíamos aquello que hoy nos sobra… y es verdad que a esta ecuación es imposible no añadir la ansiedad y la incertidumbre, pero está en nuestras manos abrazar aquello que pedíamos y aprovechar eso que hoy más tenemos: tiempo. (O)