El 24 de julio pasado, el presidente, vía Decreto n.° 1106, estableció las funciones de la vicepresidenta María Alejandra Muñoz. De sus cuatro artículos y disposición final me referiré al art. 2, que le encarga “la coordinación y articulación, junto con el organismo nacional de planificación y desarrollo, de la implementación efectiva de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, a fin de entrelazar la agenda internacional con los objetivos nacionales contenidos en el Plan Nacional de Desarrollo 2017-2021”.

El PND 2017-2021, elaborado en 2017 por la Senplades (hoy Secretaría Técnica Planifica Ecuador), define tres ejes: Derechos para todos durante toda la vida, Economía al servicio de la sociedad y Más sociedad, mejor Estado. Cada eje tiene tres objetivos y sus respectivas políticas, metas y programas emblemáticos. Poco supimos de su ejecución en el Informe Presidencial del 24 de mayo.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible busca la sostenibilidad económica, social y ambiental de los 193 estados miembros de Naciones Unidas. Contiene 17 objetivos: Poner fin a la pobreza; Hambre cero; Salud y bienestar; Educación de calidad; Igualdad de género; Agua limpia y saneamiento; Energía asequible y no contaminante; Trabajo decente y crecimiento económico; Industria, innovación e infraestructura; Reducción de las desigualdades; Ciudades y comunidades sostenibles; Producción y consumo responsables; Acción por el clima; Vida submarina; Vida de ecosistemas terrestres; Paz, justicia e instituciones sólidas; y Alianzas para lograr los objetivos.

Con estos antecedentes, vislumbramos el grado de complejidad de lo encomendado a la vicepresidenta. Revisemos detalles del PND 2017-2021: el Objetivo 8 promueve la transparencia y la corresponsabilidad para una nueva ética social, siendo una meta “mejorar los índices de percepción ciudadana sobre la corrupción en los sectores públicos y privados”, luchando frontalmente y sin tregua para erradicarla; el Objetivo 9 tiene como programa emblemático la Estrategia Nacional por la Transparencia y la Lucha contra la Corrupción.

Peter Drucker escribía en Las nuevas realidades (1989) y La sociedad post capitalista (1994) que cada tanto número de décadas ocurre en la sociedad una divisoria, una profunda e inesperada transformación de la cual somos parte y a la que procuramos adaptarnos: “la sociedad se reestructura a sí misma, cambia su visión del mundo, sus valores básicos, su estructura política y social, sus artes y sus instituciones clave. Cincuenta años más tarde hay un nuevo mundo”.

Dicho lo anterior, ¿podría la vicepresidenta Muñoz –siguiendo el valiente ejemplo de la fiscal general, Diana Salazar– marcarle el paso a una nueva divisoria e iniciar el cambio de los índices de percepción ciudadana sobre la corrupción en sectores públicos y privados, cuando conocemos de la insuficiencia del Estado, en palabras de Drucker, como agente de redención social?

Le deseo éxitos a María Alejandra en su misión, pero sin restarle méritos a su reconocida trayectoria, observo que necesitará más de una cadena de rosarios para cumplirla. (O)