La afirmación del empresario argentino de las telecomunicaciones y medios Luis Galli: “Después de las muertes, la destrucción masiva del empleo va a ser la consecuencia más grave del coronavirus” me ha conmovido profundamente y me ha llevado a rememorar las enseñanzas de emprendedores y empresarios con quienes he trabajado durante casi un cuarto de siglo, que puedan ser luz en estos momentos de aparente oscuridad.

De ellos he aprendido que emprender es mucho más que el camino para idear, montar y hacer crecer un negocio propio; es el camino para el redescubrimiento de uno mismo, para mirar esos activos ocultos personales que estuvieron ahí siempre y hacerlos florecer. Es el camino a vivir la iniciativa personal, a proponerse un objetivo y trabajar en pos de él. A volver realidad los sueños.

Emprender es el camino a cambiar la mentalidad, a dejar de ver lo negativo de la crisis y al contrario mirar las oportunidades que ofrece el mercado, a ofrecer soluciones donde otros ven problemas, a enfocarse a atender las necesidades infinitas de salud, alimentación, educación, entre otras, que ha traído la pandemia.

Emprender es sacar partida a la tecnología de la información y a las redes sociales, como Instagram, LinkedIn, Facebook, Twitter, YouTube y las nuevas redes de entrega como Tipti, Glovo, Rappi, Picker, entre otras.

Emprender es el camino para aprender de otros, para acudir a mentores y empresarios exitosos que sirvan de referencia. Es el camino para el ingenio y la inventiva. Para aprender a hacer planes y presupuestos. Para contestar las preguntas ¿qué ofrecer? ¿Hasta dónde llegar? ¿Cómo lograrlo? ¿Qué se necesita para hacerlo?

Emprender el camino a desarrollar valores, como el coraje y la persistencia y competencias personales, como la creatividad, la innovación, la planificación y organización. No es un camino fácil, exige desvelos, sacrificios y trabajo duro, pero definitivamente rinde frutos y satisfacciones espirituales y materiales para el emprendedor y su familia.

Emprender es el camino para relacionarse mejor con el dinero, para agradecerlo, para valorarlo, para ponerlo a funcionar y mirarlo como fuente de abundancia y prosperidad. Sobre todo, emprender es el camino a una vida mejor, a la libertad financiera, a no depender de un cargo, de la voluntad y decisiones de terceros. Ni a esperar bonos, políticas públicas o de cambios en los marcos legales laborales que muy difícil llegarán.

No se es joven o viejo para emprender; no es un camino solo para seres especiales, ni se requiere de ideas mágicas; es una decisión de vida que podemos iniciar ya. La pandemia nos ha dado la posibilidad de resignificar la palabra desempleo, una posibilidad para muchas de las 850 000 personas que se quedaron sin trabajo en el Ecuador, un camino que deberían iniciar con urgencia; y, que las universidades, empresas e instituciones están obligados a apoyar con recursos, dinero y conocimiento para que los emprendimientos se vuelvan innovadores, escalables y sostenibles en el tiempo. Emprender el camino para beneficio de los emprendedores y de toda la sociedad. (O)