Antiguamente la figura del viejo en las estructuras político-religiosas era investida de respeto, prestigio, poder y liderazgo; por lo tanto, la gerontocracia fundaba sus principios de gobernanza en la experiencia y sabiduría ejercidas a través de los consejos de ancianos, institución que “orienta, aconseja y procura la convivencia armónica de la comunidad”. En organizaciones indígenas de América y tribus africanas, el consejo de ancianos aún se conserva como una institución de honor y prestigio, como la salvaguarda de la ética, de las costumbres y de las tradiciones de la comunidad.

Lo señalado nos hace ver la importancia de la experiencia que se adquiere con los años; pero igual, se valoran la juventud, su frescura, su impetuosidad y energía, de eso tenemos muchísimos ejemplos, uno es el del fallecido presidente peruano Alan García, llegó al poder a la edad de 36 años, su gobierno fue un desastre, económicamente el Perú quedó al borde de la quiebra y en la cúspide del terrible y demencial terrorismo de Sendero Luminoso y del Movimiento Túpac Amaru; luego, volvió a gobernar a la edad de 57 años, con la experiencia de los años vividos, su gobierno fue totalmente diferente al de la primera vez.

Veamos lo que señala el filósofo Antonio de Guevara (1480-1545), en su libro Reloj de los príncipes, sobre Alejandro Magno (356-323 a. C.), en español antiguo (textual): “Los historiadores que del Magno Alexandro escribieron, assí griegos como latinos, no saben quál fue mayor en él: o la ferocidad con que hería en los enemigos o la humildad con que tomava los consejos. Caso que los sabios y philósofos que acompañavan a Alexandro eran en número muchos, pero entre todos ellos Aristótiles y Anaxarco y Onosíchrates fueron los sus tres más privados, y en esto se mostró ser muy cuerdo Alexandro; porque los príncipes prudentes han de tomar el consejo de muchos, pero después han de resumir con el parecer de pocos. No se contentava el Magno Alexandro con tener consigo muchos sabios y con embiar a visitar a los que no eran suyos, pero muchas vezes él en persona yva y a visitarlos y a consejarse con ellos, diciendo que los príncipes de ser siervos de los sabios vienen a ser señores de todos”.

Es un ejemplo histórico, un gran gobernante joven aconsejado por ancianos sabios.

Más allá de si el gobernante es joven o viejo, el expresidente de Costa Rica Óscar Arias reflexiona: “Esta región, cansada de promesas huecas y palabras vacías, necesita una legión de estadistas cada vez más tolerantes, y no una legión de gobernantes cada vez más autoritarios. Es muy fácil defender los derechos de quienes piensan igual que nosotros. Defender los derechos de quienes piensan distinto, ese es el reto del verdadero demócrata. Ojalá nuestros pueblos tengan la sabiduría para elegir gobernantes a quienes no les quede grande la camisa democrática”.

Los ciudadanos tenemos en nuestras manos un arma poderosa para destruir o fortalecer la democracia: el voto. Es necesario que no nos equivoquemos y escojamos bien a quienes vamos a elegir, de lo contrario, nos volveremos cómplices y obsecuentes con nuestros propios sicarios. (O)