A diferencia de lo que piensa la ministra de Gobierno, María Paula Romo, la respuesta a esta pregunta no es “un distractor”, es una urgencia. Y castigar a quien lo hizo será un acto de reconciliación con el derecho y la justicia.

¿Quién repartió los hospitales públicos? Es lo mínimo que la Fiscalía General del Estado (última barrera defensiva de Romo) debe determinar “con todos los elementos de convicción” por la memoria de aquellos que han fallecido en esta casi interminable pandemia; por la reivindicación de la patria misma; por la poca aceptación que le queda a este, el peor Gobierno de la historia, según los comentarios de ciudadanos indignados y encolerizados en las redes sociales.

¿Quién repartió los hospitales públicos en medio de la peor emergencia sanitaria que hemos vivido? La magnitud de lo que en el sentido común significa el lucrar con el dolor y la muerte, por intereses políticos –¿o alguien duda del hecho de que se los haya repartido entre asambleístas a cambio de votos?–, por actos miserables que olvidaron el servicio y la solidaridad de la cosa pública.

Y la urgencia de la respuesta no debe ser confundida como un “distractor” solamente porque en medio del diagrama mostrado por el principal involucrado, el exasambleísta Daniel Mendoza (detenido por el caso de la construcción del Hospital de Pedernales), está la ministra Romo, quien ha confesado en varias oportunidades que su tarea política es negociar, hablar, consensuar, acordar –entre otros– con los asambleístas. Ya hay precedentes de pruebas como aquella: por un diagrama similar (y por las dotes de influjo psíquico que aseguran poseía el acusado) se condenó a un expresidente ecuatoriano.

Distractor es el “distractor”. La justicia debe actuar con igual rasero con todos. La corta memoria colectiva, la limitada memoria histórica ha sepultado hechos punibles como el de utilizar un helicóptero de la Policía para ir de vacaciones a una exclusiva playa en Esmeraldas, pocas semanas después de que un general haya sido procesado por abordar un Aeropolicial con una acompañante civil en un vuelo que terminó en accidente. ¿Igual rasero para similar uso indebido de bienes públicos?

Esa corta memoria que nos ha hecho olvidar las consecuencias de una revuelta contra el Gobierno de Todos, en octubre de 2019, y que dejó una lapidaria cifra de 1340 heridos por el embate policial y militar, terminó con la vida de Raúl Chilpe, Marco Otto, José Daniel Chaluisa, Inocencio Tucumbi, José Rodrigo Chaluisa, Vega Caizaguano y Silvia Marlene Mera, y reventó con bombas lacrimógenas caducadas o balas de goma los ojos de ocho personas. ¿Igual rasero pese a los informes de organismos de derechos humanos que concluyeron, todos, en el excesivo uso de la fuerza represiva?

Distractor es el “distractor”. Pese a que la ministra Romo, sin mucho esfuerzo, nos haya recordado con una portada que perder un ojo puede ser una consecuencia legítima en quien se atreve a retar al poder, aunque apenas un poco porcentaje legitime ese poder. ¿Quién repartió los hospitales? No habrá distractor que nos haga olvidar que esa respuesta está y estará pendiente. (O)