La semana pasada, la Universidad Central del Ecuador emitió un documento con duras críticas a los préstamos del FMI y advertía: “La carta de intención [del acuerdo técnico con el FMI] complicará aún más la situación económica y social del país. Previo a la pandemia, y con el primer acuerdo con el FMI, el escenario no era alentador, imperaban el aumento de la pobreza y la desigualdad; los indicadores laborales de diciembre de 2019 así lo demuestran”.

Este artículo no intenta defender los acuerdos que ha hecho el Ecuador con el FMI, y menos patrocinar a este organismo multilateral, pero sí destacar lo que calla la Universidad Central. No recuerdo haber oído de esta entidad educativa decir que los créditos que provenían de China “complicaban” aún más la situación económica y social del país.

La dependencia heredada y que se mantiene con China fue un atentado contra la salud de la economía del Ecuador. A ningún economista en su sano juicio le puede parecer sensato endeudarse a tasas del 9 % con plazos imposibles de amortizar, entregando garantía de petróleo para aplanar terrenos, construir centrales hidroeléctricas sobredimensionadas, y con sobreprecios. Se acude al FMI porque tenemos años sufriendo esta tóxica dependencia de China. Por eso, resulta un tanto curioso que la Universidad Central reaccione ante estos préstamos y no ante aquello que nos llevó a acudir al FMI.

Quisiera recordarle a esta institución que el Banco de Desarrollo de China otorgó 12 créditos por una suma de $8100 millones. De esta cantidad, $7000 millones fueron adquiridos a través de líneas de crédito condicionadas al pago en petróleo. Los otros $1000 millones, desembolsados en el gobierno de Lenín Moreno, fueron en mejores condiciones ya que no comprometía petróleo.

El Eximbank de China otorgó ocho créditos de $3500 millones. El Banco de China otorgó otro por $167 millones y, junto con Deutsche Bank de Hong Kong, otorgó tres créditos por $697 millones. De ambas instituciones, la idea era financiar infraestructura construida por empresas chinas. Finalmente, el Banco Industrial y Comercial de China otorgó dos créditos de $1100 millones, suscritos directamente por Petroecuador, como deudor. Todo esto con un servicio de deuda absurda y mientras teníamos los ingresos petroleros más altos de la historia, pero eso es material para otro artículo.

Lo que le preocupa a la Universidad Central son “las medidas de ajuste y recortes en el sector público […] aplicar un nuevo acuerdo terminaría por ahogar el Ecuador en la mayor crisis de la historia”. No mencionan el agigantamiento que tuvo el sector público durante años, sostenido por la deuda con China y por el petróleo, y lo que antes de la pandemia ya nos tenía, en palabras de ellos “ahogados”. Sería interesante preguntar qué proponen como solución.

Sin duda el COVID-19 agudizó todos nuestros problemas económicos, que ya eran graves, antes de la pandemia, pero creo que es audaz atacar los “cuidados paliativos” a los que tuvo que acudir el país, es decir el FMI, y no a aquello que atentó salvajemente contra la salud de nuestra economía, como fue la deuda con China. (O)