Lectores sugieren una dura lucha contra la corrupción a todo nivel, incluyendo contra el asaltante, el sicario... y también contra la delincuencia de cuello blanco. (I)

Alfredo Ludeña V.
Estoy totalmente de acuerdo con la prohibición de que dos hombres viajen en una moto, en los horarios determinados por el Municipio, ya que yo fui víctima de un asalto por dos individuos, a las 19:30, que se movilizaban en dicho vehículo.
Pienso que se debería permitir compartir la moto con una mujer, porque se da el caso de que muchos esposos retiran a su pareja del trabajo para regresar a la casa. Dirán que existen mujeres que también son delincuentes, pero el porcentaje es muy reducido. Estoy seguro de que esta medida dará resultados positivos y que reducirá el número de las víctimas, que cada vez es más alarmante. (O)

Álex León Ramírez
Más allá de las afirmaciones oficiales de que está disminuyendo el número de los asaltos, atentados, atracos, cada día parece mayor la cantidad de los delitos de este género en nuestra urbe.
No hay día que no se registren asaltos a los transeúntes en la vía pública. Sin embargo, la sociedad es en gran parte culpable de la existencia de delincuencia, sea por la deficiencia educacional, la mala organización económica y familiar, etc.; problema que no puede ser erradicado por la respuesta represiva y violenta que con frecuencia se institucionaliza, generando más violencia sobre todo en los sectores sociales de menos recursos económicos a los que se pretende hacer responsables del aumento de la delincuencia. Las estadísticas parecerían dar la razón, las penas son mayoritariamente aplicables a los grupos sociales marginados, mientras la sociedad otorga un ‘certificado de excepción’ a los delitos que son de cuello blanco. (O)

Kléber Édgar Erazo Pérez
Esta medida es solo parcial y poco creíble; mientras no exista un verdadero cambio social, económico, no se termine con la corrupción a todo nivel, no cesará este mal.
Nuestra sociedad está en una verdadera crisis de todo orden, hace rato dejamos de ser ‘una isla de paz’, cada día un escándalo tapa al otro y, lo peor, ya nos hemos acostumbrado, y sin pudor vemos muertes, robos, asaltos...; yo mismo fui víctima de un asalto y por poco pierdo la vida. Es el efecto de una estructura estatal podrida en la vergonzosa repartición del poder y el dinero. Es hora de cambiar nuestra mentalidad, de exigir nuestros derechos, pero también de hacer contrapeso cumpliendo nuestras obligaciones con honestidad. (O)