Durante el pico de la pandemia por COVID-19, en marzo y abril, en Guayaquil se enunció que el hacinamiento y la pobreza dificultaron la cuarentena en Guayaquil. Poco tiempo después, en Quito, el número de contagiados se incrementó en sectores de mayor densidad poblacional.

Resulta muy difícil cumplir el confinamiento y la distancia social cuando se vive en condiciones precarias.

En palabras del secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, con motivo del Día Mundial del Hábitat que se conmemoró el primer lunes de octubre, “la urgencia de mejorar las condiciones de vida ha sido puesta de manifiesto por el COVID-19, que ha devastado la vida de millones de personas en las ciudades”.

Las zonas urbanas son vistas por quienes buscan alcanzar un mejor estándar de vida como una oportunidad para trabajar, estudiar y lograr movilidad social. Mientras se esfuerzan en ese intento, las familias de bajos ingresos habitan en zonas sobrepobladas, en condiciones inadecuadas de hacinamiento, en ambientes reducidos, incluso sin ventilación.

Este 2020, el tema de la conmemoración del hábitat es “Vivienda para todos - Un mejor futuro urbano”. Guterres señaló que la finalidad debe ser aprovechar el potencial transformador de la urbanización en beneficio de las personas y el planeta.

En las ciudades medianas y grandes de nuestro país, también en las ciudades pequeñas, hace falta que la planificación urbana sea asumida como factor de desarrollo sostenible.

La oportunidad de mejorar las condiciones de vida pasa no solo por acceso al empleo –que facilitará una alimentación adecuada– y el acceso a la atención médica y educación de calidad, sino también por la posibilidad de contar con vivienda asequible y servicios básicos.

Lograr mejores políticas para la vivienda es un tema que les compete a los gobiernos, empresarios y sociedad en conjunto, pues la pandemia ha demostrado que los trabajadores de bajos ingresos interactúan en toda la dinámica económica y social. (O)