Azogues se engalana de fiesta con la conmemoración de su bicentenario de independencia. Esta introducción no debe ser considerada una expresión de retórica simple, sino una circunstancia de enorme responsabilidad para las autoridades locales y todos quienes nos honramos de vivir en esta paradisiaca urbe.
La evocación del singular hecho histórico nos llama a la reflexión sobre lo que hemos hecho para aportar desde nuestras realidades circunstanciales en beneficio de la ciudad y sus parroquias; ¡y vaya que hasta en historia quedamos con deuda!, pues muy poco conocemos los serios hechos históricos-patrióticos que se desarrollaron hace 200 años y posibilitaron nuestra declaratoria de emancipación. El entorno físico, la crisis social y el conflicto civil de ese entonces configuran el reto de cómo llegaremos a sostenerla en el tiempo, pues aún ni siquiera hemos señalado del todo a quienes fueron los valiosos ciudadanos y benefactores que aportaron para lograr semejante gesta. ¡Faltan datos que nos permitan honrar sus memorias! Valdría la pena comenzar por las esencialidades del bicentenario que son investigar y publicar trabajos que registren los hechos, los escenarios, la historia, los personajes…, desde diferentes ángulos, para afianzar la azogueñidad.
Además, es momento idóneo para materializar de manera justa el reconocimiento a nuestros próceres del 4 de noviembre de 1820, algunos presentes en erguidos monumentos. Siendo la cultura el modo de pensar y vivir de un pueblo, bien podríamos generar algún registro investigativo que englobe una compilación de creencias, prácticas sociales…, que nos han singularizado durante estos 200 años de independencia. Existen infinitas aristas desde las cuales podríamos elevar más el civismo y los valores morales. (O)
Mercedes Eulalia Cayamcela Orellana, máster en Gestión Cultural; Azogues, Cañar