Taiwán es un caso singular en el mundo, debiendo resaltarse su vigor y tenacidad frente al acoso desmedido que impone la geopolítica mundial a pedido expreso de la República Popular China, la cual ve a Taiwán como una simple provincia separatista, alegando que su existencia constituye un proyecto político sin teoría ni fundamento. Como consecuencia de la oposición tajante de la China continental de reconocer el estatus de Taiwán, son muy pocos los países que mantienen actualmente relaciones diplomáticas con dicho país.

Pero más allá de esas adversidades, Taiwán se convirtió progresivamente en un referente de desarrollo económico, apostando a políticas de libre mercado y de apertura económica que son reconocidas a nivel mundial. Con algo más de 23 millones de habitantes, Taiwán ofrece también importantes lecciones relativas al desarrollo del Estado y al manejo de la economía, a lo que se suma el reconocimiento de un notable manejo de la salud pública.

En ese contexto, resulta realmente interesante advertir que mientras Europa y otras regiones se alistan a imponer medidas de restricción y confinamiento ante el nuevo avance de la pandemia, Taiwán cumplió hace poco 200 días sin casos de COVID-19 transmitidos a nivel nacional, a lo que debe sumarse el hecho de que desde el inicio de la pandemia solo se han registrado 553 casos de infección del virus y únicamente 7 muertos como consecuencia de este. En este caso, el control de la pandemia es aún más plausible si se recuerda que Taiwán tiene un gobierno democrático, no autoritario, desmintiendo por lo tanto la tesis de que solo dichos regímenes autoritarios son los que han evidenciado logros en el manejo de la pandemia.

Pero ¿qué ha hecho Taiwán para lograr ese éxito casi absoluto en el manejo del coronavirus? Lo primero que se podría pensar es que el gobierno de Taiwán ordenó confinamientos masivos y radicales, pero en la práctica no hubo nada de eso, sino más bien un “alto nivel de cooperación pública voluntaria”, posiblemente un atributo de la cultura asiática, a lo que se deben sumar otros factores, tales como el hecho de que hace algunos años Taiwán tuvo una dura prueba de aprendizaje con el impacto del SARS, lo cual enseñó al gobierno taiwanés y a su pueblo que la rapidez de respuesta y la aplicación de tecnología son factores indispensables al momento de luchar contra una pandemia, a lo que se suma otro elemento que para los entendidos es vital a la hora de analizar el logro de Taiwán en el control del virus.

En ese sentido, se elogia la transparencia con la cual el Gobierno ha mantenido a su población bien informada, algo desconocido en países autocráticos como es el caso de China; paradójicamente, la presión política ha impedido que Taiwán sea parte de organizaciones internacionales como la OMS, a la cual buena falta le ha hecho conocer la experiencia exitosa de un país democrático en el control de la pandemia. Taiwán es un ejemplo a seguir, lástima que el Ecuador no pueda actuar soberanamente estableciendo relaciones diplomáticas con dicho país. China se lo impediría. (O)