Alguien que no tiene recursos suficientes para llevar una dieta saludable, que no tiene certeza de poder obtener alimentos o que se ha saltado comidas ocasionalmente padece inseguridad alimentaria moderada, con tendencia a llegar a pasar hambre.

El director para América Latina y el Caribe del Programa Mundial de Alimentos de la ONU ha señalado que el coronavirus “se está transformando en una pandemia de hambre, ya que uno de cada tres habitantes de la región no tienen acceso a alimentos nutritivos y suficientes”.

El COVID-19 acarrea desempleo e informalidad mientras continúa propagándose. Las autoridades, en su afán de controlar que no se formen aglomeraciones que propician el contagio del coronavirus en torno a las zonas de intensa actividad comercial, han emprendido operativos en el sector de la Bahía, en Guayaquil, para clausurar establecimientos que no cuenten con tasa de habilitación y permiso de Bomberos.

Ayer, el director municipal de Justicia y Vigilancia, en declaraciones al noticiario de Ecuavisa, explicó que más de un centenar de bodegas y locales no podrán operar, ya que se ha evidenciado que estas abastecen a comerciantes informales que se acumulan en las aceras del sector.

La población mundial crece constantemente y se concentra en las urbes; para quienes habitan en los cinturones de pobreza y no han podido obtener un empleo formal, la informalidad es una vía para alimentarse y subsistir.

Más de 50 comerciantes informales –que son parte del desorden y generan competencia desleal para los propietarios de locales formales– realizaron una marcha pacífica desde el sector de la Bahía hasta al Municipio para pedir facilidades de trabajo. En las redes sociales se habló de presuntos saqueos, que la Alcaldía desmintió explicando que se trató de cierres temporales de locales por precaución.

Como país alineado para cumplir la meta de hambre cero de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, tenemos que hallar maneras de dar acceso al trabajo, en prevención del hambre y la migración. (O)