¿Lo será el Ecuador de los tiempos que vienen? Tomo la expresión en el sentido que viene del latín “vita” – “vitae”, vida, existencia, con calidad de vida. Por eso, en los días que estamos, no se ve clara esa posibilidad.

La quiebra ética se evidencia en sectores de la política, por su impudicia, ausencia de decoro y de vergüenza, también en parte de los actores de la gestión pública; y, en el comportamiento de algunos actores empresariales y dirigentes gremiales.

¿Se podrá negar que hay impudicia en los fichajes electorales? Ha habido –y estos días, con desvergüenza total– una especie de comercialización de membretes políticos. Hay quienes creen que los adquirentes tienen chance en candidaturas presidenciales y para abajo.

Lo que ha sucedido en la asignación de membretes políticos, validando supuestas formas, entre estas las firmas –en muchos casos cuestionadas en cuanto a su autenticidad– a los que pasaron a ser sus traficantes, obliga a identificar a quienes facilitaron ese tráfico. Debe recordarse la conducta de promotores que trabajaban con revendedores cuando había espectáculos, que compraban parte del tiraje de entradas, solo pensando en la reventa, de cuyos beneficios también participaban los promotores deshonestos. En candidaturas, además están las cerezas agregadas de los subsidios del Estado a los adquirentes de los membretes que formalizan candidaturas.

¿Hay ideologías de por medio? No. La explicación de adherentes, ilustrados o no, es: “Hay que salir de los que ya están en las papeletas”.

Muchas de las ofertas electorales están en la línea de las impudicias. Son pocos los casos en que –coincidiendo o no– hay propuestas que podrían parecer coherentes en una línea de pensar y actuar de quienes las presentan.

En lo económico-financiero, el Ecuador es un país contagiado de morosidad –y esto no era generalizado antes del correato, que es cuando toma fuerza porque el Gobierno central pasa a ser el primer “moroso” en cumplir sus obligaciones, por el desvío de recursos, en muchos casos para dispendio– seguido por el IESS y otras entidades del sector público, lo que a su vez es caldo de cultivo de diversas formas de corrupción, en contratación pública y en tiempos de pagos. Los sectores privados son arrastrados por la morosidad generalizada y parte de estos caen en igual práctica. La pandemia vino a agravar la morosidad, como también el desvío de recursos.

¿Cuáles las contrapartes de los morosos? Son aquellas entidades, personas y empresas condenadas a ser pedigüeñas, esperando que se les pague lo que se les debe.

En tiempos pasados habría podido pensarse en la conveniencia de una ruptura total, ante condiciones para una dictadura, pero no.

¿Cómo acabará la impudicia en lo electoral?, difícil será llegar a certezas, pero hagamos un esfuerzo para que el voto ciudadano sea de calidad.

En lo económico-financiero, deben exigirse transparencias. Comenzando desde el Gobierno, debe transparentarse lo que se debe, lo que permitiría una especie de acuerdo nacional.

Vamos adelante como país, programando cómo atender obligaciones, pero abriendo esperanzas, para lo que debe venir. (O)