El mundo desarrollado utiliza frecuentes y sofisticadas encuestas para realizar proyecciones de tendencias de consumo de alimentos, teniendo como líderes en esas investigaciones a los EE. UU., la Unión Europea y sus 27 países miembros, leales seguidores de su barómetro que marca comportamientos. Vale destacar las realizadas por Breakthrough Solution y varias españolas, así como los vaticinios de la cadena de supermercados multinacionales estadounidenses, que han llegado a la conclusión de que en el año 2021 las familias elegirán nutrimentos saludables obtenidos con respeto al medioambiente, así como la práctica del deporte y la vida activa.

La literatura científica sostiene que las verduras son clave para mantener un cuerpo sano, pues en una porción de ellas caben hasta 100 fitonutrientes, freno de mil dolencias; los tomates de color rojo son ricos en licopeno, que potencializado con remolacha son un aporte para enfrentar el cáncer de próstata; los vegetales verdes robustecen la visión. Los alimentos azules y morados son fuente de antocianinas, que se afirma ayudan a combatir carcinomas; los vegetales blancos tienen sulforafano, infaltable en las denominadas crucíferas, como el brócoli, coliflor, repollo, indicados para desórdenes cardiovasculares y neurodegenerativos; en tanto que otros fitonutrientes reducen inflamaciones, eliminan toxinas y abonan al equilibrio hormonal y, en conjunto, aumentan la cantidad de antioxidantes, auténticos guerreros contra las células malignas, infecciones del tracto urinario, artritis reumatoide y actúan como correctores de inmunidad reducida.

En ese marco, uno de los productos diariamente aconsejados, sin renunciar al encanto de su embelesador sabor, es el aguacate, fruta aliada en desayunos, almuerzos y cenas. Este superalimento, incomparable por su gusto y textura, solo o acompañando cualquier preparado de la gastronomía criolla o gourmet, agregará siempre un toque especial. Idóneo para engrosar las exportaciones agrarias y el empleo, auténticos contribuyentes a la dolarización, en un mundo que suma ya 600 millones de vegetarianos, ayudados con proteínas alternativas presentes en las lentejas, garbanzos y frijoles.

A la agricultura se le abre un esplendoroso mundo en las verduras y hortalizas, frescas, cultivadas en cercanía, sin tratamientos químicos, bien empaquetadas, de temporada, venta en línea, develando un futuro para las siembras familiares en huertos urbanos comunitarios, capaces de atender las necesidades poblacionales todo el año, al punto que cinco miembros podrían satisfacer su demanda de vegetales con solo sembrar un pequeño lote de seis metros cuadrados, disponga o no de suelo, porque puede utilizar el transportado y fértil.

La provisión de semillas certificadas será básica, no debería ser un obstáculo por su bajo costo. Los apoyos públicos en bonos de pobreza deberían encauzarse a plantar pequeñas estructuras citadinas existentes por doquier, capaces de producir tanto como para reducir gastos alimenticios, mitigar el hambre y mejorar la dieta, fortalecer las capacidades físicas e intelectuales, desterrando la desnutrición infantil. (O)