El escenario electoral ha estado marcado por la pandemia, las restricciones de movilidad, la pérdida de empleo y la profusión de ofertas de campaña, muchas demagógicas, otras para afrontar con sensatez la quiebra del Estado ecuatoriano, y algunas de sus instituciones, incluida la Asamblea Nacional, luego de 14 años de gobierno de Alianza PAIS en sus fases de correísmo y morenismo.
En la recta final, la carrera presidencial viene polarizándose entre Lasso y Arauz, que constituyen antípodas ideológicas y de la praxis de lo que podría esperarse, bueno o malo, del nuevo Gobierno.
Mientras el primero alienta soluciones promercado que fomenten la inversión y el empleo, el segundo quiere restaurar el decrépito modelo estatista bajo la promesa mentirosa de “devolver la esperanza”.
El dilema se presenta entre la opción de afianzar un régimen democrático que promueva las libertades y derechos ciudadanos, impulsando la reactivación de la economía con el apoyo del sector privado, o devolver el poder a un proyecto populista y autoritario del socialismo del siglo XXI, cuya fórmula, muy conocida, es empobrecer al pueblo para enriquecer a quienes dicen gobernar en su nombre.
Y no es exagerada la comparación. Correa y su títere Arauz no cesan de ponderar las maravillas del castrochavismo aplicado en Venezuela durante 22 años, a pesar de haber significado la pauperización de uno de los países más ricos del continente.
Es un sectarismo ruinoso cuyas consecuencias se observan desde hace años en las ciudades ecuatorianas a través de la presencia de centenares de miles de venezolanos que trabajan al tiempo que mendigan en las calles. No hay pudor, tampoco vergüenza, ante el imponente drama humano que descubre su fracaso e hipocresía.
El juego del correísmo es la vuelta al pasado, dando paso a una generalizada impunidad. De modo que los delincuentes de mono naranja y grillete electrónico vuelvan a gobernar como si nada hubiera pasado. Y repiten, mediante un discurso cínico, su condición de perseguidos políticos e inocentes de la condena por latrocinio.
Expertos en demagogia ofrecen un bono de mil dólares a un millón de familias que no es sino una forma descarada de compra de votos. Mienten al decir que el Banco Central tiene un ahorro improductivo depositado en Suiza de 7.000 millones, toda vez que se trata de la reserva monetaria internacional que es dinero de terceros y que mantiene un descalce de 60%, es decir, en saldo rojo. Finalmente, lo que procura su proyecto político es embaucar al pueblo para volverlo adicto a la limosna estatal. Y se presentan como la oposición al Gobierno donde han mantenido sus reductos de quinta columna para medrar, a la vez que sabotear y debilitar. Como ejemplo: el control de la Secretaría Jurídica de la Presidencia de la República y de la antes Senain que sigue infestada de agentes correístas al servicio de la candidatura de Arauz. Y no se diga en la Asamblea donde el compadrazgo verde flex ha mantenido, sin tapujos, su sórdida fraternidad.
El llamado es a ejercer un voto consciente e informado, que no caiga en la tentación del engaño, resguardando el interés de la Patria y el decoro nacional. (O)