El 7 de febrero del 2021, el pueblo ecuatoriano, en las urnas, deberá direccionar la ruta para los próximos años.

El mundo de febrero del 2021 es muy diferente al de tiempos recientes. La realidad rebasó a lo que en cualquier cuento o película de terror pudo haberse imaginado. Hoy es el mundo del Zoom y del internet, para los que puedan acceder a su uso. ¿Es bueno el avance en el uso de las tecnologías de comunicación?, claro que sí. Pero hay áreas en que lo presencial no puede ser sustituido. En educación, hasta el nivel medio, es muy compleja la comunicación y la asimilación de enseñanza-aprendizaje solo por vía telemática. También son complejas algunas actividades culturales solo a distancia.

En el Ecuador, las cosas se hicieron más complejas. El correato se dividió. Un segmento, asumió acciones críticas contra Moreno; y, otros, guardaron la “camiseta” de Correa y temporalmente se colocaron la de Moreno, y siguieron –y siguen– en el entorno del poder, aun cuando ‘su corazoncito’ es de Correa, y este, por ahora, los trate de traidores. Esto explica lo que sucede en contratación pública y en otras áreas, en que todo lo que signifique salir de los del entorno es anulado. Esto, de las argollas, de los que se pusieron temporalmente la camiseta de Moreno, es tan visible que ya promueven que ciudadanos se les asocien, pagando una ‘membresía’ nacional e internacional, que equivale a expresar “… para que sepan que es de los nuestros”.

A Moreno hay que reconocerle que hizo bien en dar respiro de libertad y mantener la dolarización, aun cuando haya sido con una impactante morosidad para cubrir el pago de obligaciones. La corrupción se le desbordó, en los últimos tiempos, sobre todo en áreas de salud.

Las pérdidas de plazas de trabajo y la precariedad a la que miles se han reducido en la búsqueda de ingresos, porque hay que hacer algo para recibir lo que sea posible, impresiona. Cuando la calidad de vida de una familia se reduce severamente y solo se llega a pagar parcialmente lo que se requiere para intentar sobrevivir, aun con limitaciones, además endeudándose, sabiendo que no se podrá pagar, la situación es muy grave.

La decisión electoral se tomará considerando dos opciones:

1) la de intentar que haya una disciplina en el país, privilegiando eso sí el gasto social y la inversión productiva, en los sectores que más lo requieren, y trabajando para ajustes en los acuerdos con el FMI y con Gobiernos y entidades internacionales; o,

2) la de patear el tablero, para acciones de ruptura, una de estas es tomar los recursos del Banco Central que deben sostener la dolarización, para formas de pago social, que luego requerirán impuestos u otras decisiones, entre estas ‘dinero electrónico’ solo para uso dentro del país. La campaña que se sigue en esta línea podría asumir la frase de que a los pobres “no se les puede arrebatar lo que no tienen”, que Marx y Engels usaron para los proletarios en el Manifiesto Comunista. Respóndase, lector, ¿y después qué?, porque alguien debe armar otro tablero, o se está pensando en una China comunista “proletaria” en el discurso, pero con élites multimillonarias. (O)