Estamos ad portas de una elección crucial, la de nuevas autoridades del país (presidente y legisladores), adelantadas por la llamada muerte cruzada. Como no estaba dentro del calendario normal de elecciones nos llegó de improviso, no estábamos preparados electores y candidatos.
Lo lamentable es que aunque tengamos un número abultado de partidos y movimientos políticos salvo honrosas excepciones, por lo general suelen ser maquinarias electorales que se preparan para tomar el poder, los fondos públicos y tener al pueblo cautivo en su ignorancia para manejarlo a su antojo, obedeciendo obsecuentemente a sus ‘líderes’...; que aunque no estén participando directamente algunos, ordenan a sus bases votar por sus títeres para triunfar. Hemos llegado a tal grado de descomposición moral que robar, si se hace obra no es delito; vender droga, aunque sea en pequeñas cantidades tampoco es delito, sino una manera de ‘contribuir’ a paliar la necesidad de huir de los problemas; matar es cosa que ya no asombra; etc. Y buena parte de esta descomposición moral comienza con la destrucción de la familia. Ahora, con el pretexto de ser “tolerantes”, se acepta que los que dicen que la familia compuesta por padre, madre e hijos es una institución caduca y que es lo mismo padre, padre e hijos o madre, madre e hijos, pues esa es su manera de ver al mundo y hay que respetarla. Por eso debemos votar por los valores morales y el servicio al país; ejercer el voto de manera responsable pensando en que si nos equivocamos, podemos caer en un abismo del cual muy difícilmente saldremos. ¡Dios salve al Ecuador! (O)
Carlos Fernando Sánchez Varas, ingeniero civil, Guayaquil