La violencia generalizada ya no es algo que nos sorprenda a gran parte de los ecuatorianos.

Lo que llama la atención son los variados nuevos modus operandi que se están aplicando, sacados de las películas, series y novelas de violencia, páginas de ciertos libros, internet, redes sociales, etc.

La ‘creatividad’ es impresionante, pero aún más llamativo es el manejo de la crisis con el que se están tratando de ‘corregir’ estas acciones, tanto las autoridades y alcaldías como las gobernaciones...: guardar gran silencio y dejar que la ola de delitos siga para que finalmente termine extinguiéndose en el ‘rompeolas’, el Gobierno, las funciones del Estado.

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Ciertos policías tienen miedo de usar el arma, no solo porque los condenan a la cárcel, sino porque en cuestión de días es muy probable que –por las represalias– sus familias sufran atentados.

Investidos de asambleístas se reúnen para decretar días conmemorativos (Día Nacional del Bizcocho, Manjar y Queso de Hoja, el 23 de julio; etc.) y proceder a un juicio político –al presidente de Ecuador–, cuando en la calle la delincuencia, violencia está liquidando a inocentes en muchos casos.

Un ciudadano común y corriente que trabaja para mantener a su familia, ¿a qué puede aspirar en este país?

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Un emprendedor contra marea abre su negocio diariamente a riesgo de que ‘vacunadores’ –los extorsionistas– le toquen la puerta y pidan para las colas. ¿Qué puede hacer? ¿Cuál será el fin de esta tragedia que asola?

No es suficiente mirar atrás para buscar culpables: se debe mirar hacia delante, encontrar soluciones, trabajar por la paz pero no poner la otra mejilla.

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¡Es el momento de convocar a los que saben y dejarlos hacer lo que saben! , para la pacificación de Ecuador.

Solo así nos libraremos de pagar un alto precio. (O)

Borys Arteaga Zambrano, contador, Manta