Un legislador antes de irse de vacaciones denunció por canales de televisión graves anomalías. Hay desesperación por violar leyes, enjuiciar al que se opone, mentir descaradamente para que prevalezca la impunidad que libere de culpa a un ejército de delincuentes. No existe vergüenza para exponer un tarifario de sobornos que todo el mundo conoce, en últimos días a un político se le ofreció un ministerio que no aceptó.

En la pretendida destitución de tres vocales del Consejo de la Judicatura que ciertos partidos políticos consideran ‘estorbos’ para sus fines protervos, alcanzaron 87 de 92 votos necesarios, siendo insuficientes y quedando una reconsideración que confirmaría el resultado. No hubo tal, con cinismo apagaron la luz para dar más tiempo, engrosado por la vacancia, a que golpistas ‘negocien’ los cinco votos faltantes. Un político denunció que para halagar a los indecisos les contrataron sin presupuesto, 80 funcionarios atestan las dependencias, y que él reclamó que les están viendo la cara y que se intenta enjuiciar solo a cuatro ‘opositores’ del Consejo de Participación Ciudadana, dejando a tres restantes afines a la causa, entre los que está una sobrina de un recalcitrante político. El principal tipo a liberar es uno que tiene sentencia en firme, es decir, una resolución ante la cual ya no cabe ningún recurso ordinario ni extraordinario, aun así, una Asamblea a la que nueve de diez ciudadanos considera desastrosa, se ha pasado más de un año confabulando, negando leyes y tratando de tumbar al presidente de la República del Ecuador, Guillermo Lasso, apoyando el vandalismo indígena y el terrorismo. Las próximas votaciones condenarán a pícaros, por ejemplo, a ciertos que han gobernado mal a Quito con peculados. (O)

Carlos Mosquera Benalcázar, doctor en Medicina, Quito