Ecuador, considerado otrora un país de paz, atraviesa por un camino peligroso, alerta roja por un enemigo que nos ha declarado la guerra, como es el narcotráfico y, por su consecuencia, la delincuencia y el crimen organizado.

A estas despreciables realidades agreguemos otros agravantes como ciertos políticos que buscan satisfacer intereses personales a la orden de sus patrones, para llevar la contraria al poder Ejecutivo; la patria no cuenta, es lo de menos. Por otro lado, organizaciones aborígenes con dirigentes que nada

tienen de humildad han decepcionado a sus integrantes; los últimos presidentes de estos gremios han hecho gala de soberbia, abuso, imponiendo actitudes terroristas, desestabilizadoras; obviamente, manipulados por otros anarquistas. Qué decir de otros atentados como la corrupción enraizada desde la época del autoritarismo, la ignorancia, el miedo, el quemeimportismo, la opresión. Son plagas que han vendado los ojos del pueblo y de las que se han aprovechado los tiranos para imponer su voluntad y eternizarse en el poder. ¿Qué hacer entonces ante estas tragedias?, invocar a Dios para que ponga su diestra sobre nuestro país y nos libre de estas calamidades. No nos vamos a cruzar de brazos, vamos a combatir juntos esta guerra; es la hora de la unidad nacional por el bien del país. Hay que aunar esfuerzos con el Estado, aquí no se trata de simpatías políticas, se trata de liberar a la nación de estas adversidades. El Gobierno, en cuanto a organizaciones políticas y sociales, ha llamado al diálogo que es mecanismo democrático que permite llegar a los consensos. Sugiero que den su opinión los expresidentes del país respecto de lo que está ocurriendo con la patria; las fuentes religiosas que aporten con orientación espiritual. Anhelo que podamos resolver problemas con sabiduría, restituir a ‘Ecuador, isla de paz’. (O)

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José Franco Castillo Celi, psicólogo, Guayaquil