Delincuentes llaman por teléfono al público, se hacen pasar como familiar de la persona a la que llaman; piden que les depositen urgente en el sistema de una tienda de barrio $ 100, $ 200, pues tienen un problema y necesidad.

La víctima dice: “Esa no es la voz de mi familiar”; el delincuente dice: “Estoy con gripe, por eso suena así mi voz”. A los ladrones hay que denunciarlos; la Policía rastrea las llamadas. (O)

Pablo Orozco P., Guayaquil