Han pasado muchos años desde que el doctor Johann Asperger encontró y estudió una pequeña variante del espectro o de la condición del autismo, en el cual personas autistas logran hablar y entablar una conversación, pero se les hace difícil relacionarse con los demás de manera adecuada; por estar concentradas en sus temas y no encontrar afinidad con otras personas, no entablan comunicación correcta y atenta, se aíslan haciéndose notar como raras o antisociales, de esa manera puede que se metan en problemas. Por ser honestas y correctas en el ámbito moral, personas con este síndrome tienden a ser despedidas, expulsadas, o se botan de los trabajos porque no aceptan algo irregular, deshonesto.

Esta carta es para que el país los comprenda y ayude a vincularlos a la comunidad estudiantil, laboral, social, cultural, deportiva, etc. Un niño, joven, adulto, autista, o que sea asperger, puede estar en armonía con el mundo si en su poder tiene un gato en vez de un perro. Todas las personas autistas, y las aspergers, tienen derecho a la inclusión laboral, no les deben impedir el trabajo, no les deben remover de sus puestos, cargos laborales. (O)

Joaquím Alfredo Barragán Rovira, docente de Lengua y Literatura, Guayaquil