El Gobierno ha dicho que no recibirá la construcción de la central Coca Codo Sinclair mientras no se solucionen las fisuras en los distribuidores, lo cual considero correcto. Pero eso no significa que el proyecto sea un fracaso.

En lo que va de este año, Coca Codo Sinclair acumula una producción eléctrica de 5.400 GWh, que representan el 25 % de la producción nacional. En los últimos seis años su producción ha superado los 6.000 GWh anuales, lo que la convierte en la central hidroeléctrica más grande del país. Sin embargo, lo más importante es que desde que comenzó a operar, en el año 2016, acumula una producción de 40.000 GWh, que a los precios actuales de producción representan más de $1.600 millones. Si a esto le agregamos lo que nos hemos ahorrado en la importación de combustibles fósiles para suplir toda esa energía, el beneficio supera los $ 3.000 millones. Como los números no mienten, significa que la obra ya estaría pagada, aunque los políticos digan lo que se les antoje o les convenga.

En julio de 2021 —en plena erosión regresiva del río Coca— dije en una carta publicada en esta misma sección que era poco probable que la erosión avance hasta las obras de captación, mientras otros cruzaban los dedos porque su destrucción era inminente. También me opuse a la construcción de unas pantallas cerca de la captación, por considerarlas innecesarias y porque podrían causar más perjuicios que beneficios. Por suerte, la erosión regresiva se detuvo justo en esa fecha a la altura de la desembocadura del río Malo, pero el Gobierno prosigue con el contrato de las pantallas.

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Según la junta consultiva creada por el Gobierno, las fisuras son reparables y la fiscalización debería asumir su responsabilidad hasta la recepción total del proyecto. Después se la podrá juzgar por acción u omisión. (O)

Carlos Luis Hernández Bravo, ingeniero civil, avenida Samborondón