La culpa no es del puente basculante sobre el río Guayas, sino de quien ordenó construirlo apuradamente para inaugurarlo por las fiestas julianas y supuestamente impulsar el turismo a la isla Santay y para beneficio de sus habitantes.

La idea fue buena, pero incompleta en cuanto a no haber previsto los elementos e implementos para auxilio por posibles accidentes. Todo lo que se hace al apuro tiene inconvenientes. Además, el otro puente peatonal no debió construirse, es el que une la isla Santay con el cantón Durán, por cuanto para la ciudadanía del cantón está muy lejos de ese lugar. Pero los puentes peatonales se hicieron y ahí están semidestruidas sus pasarelas de madera, constituyendo un serio peligro para quienes quieren visitar la isla Santay; personal de hostales y restaurantes ahí establecidos ya protestaron contra el pedido de la Armada del Ecuador de destruirlo por razones de la navegación en el río Guayas. No comparto la idea de destruirlo, sino de mejorarlo. Este tema hizo crisis con la visita de la fragata insignia de la Armada brasileña, que al abandonar el muelle donde se encontraba anclada, se estrelló contra el puente basculante, causándose algunos daños en su mástil, y al mismo puente. Sería el cuarto accidente marítimo, pero los anteriores fueron, sin dudas, por falta de cuidado a las naves apegadas en los muelles de Durán que un día se ‘desamarraron’ y por el curso del río se estrellaron contra dicho puente. No sabemos nada de la fragata brasileña, si sigue reparándose, ya abandonó el Ecuador o si pagó los gastos de reparación del puente contra el que se estrelló; los medios de comunicación lo darán a conocer en algún momento, y los informes de las autoridades navales sobre cómo sucedió el accidente de esta nave extranjera. (O)

Sucre Calderón Calderón, abogado avenida Samborondón