La presencia de las armas de destrucción masiva (químicas, biológicas, radiológicas y nucleares) constituye una constante amenaza de devastación planetaria.

Hace poco –5 de marzo– conmemoramos el Día Internacional para la Concienciación sobre el Desarme y la No Proliferación, que promueve la comprensión de estos temas en la sociedad civil. Pero como país en desarrollo, ¿por qué debería importarnos esto? En general, la importancia del desarme y la no proliferación radica en el mantenimiento de la paz y seguridad internacional. Por si eso fuera poco, a los países en desarrollo debería preocuparles este tema porque a menudo son los más vulnerables a los efectos devastadores de los conflictos armados.

Los países en desarrollo frecuentemente enfrentan desafíos relacionados con la paz y la seguridad, incluidos

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conflictos internos, disputas fronterizas y el riesgo de agresión extranjera. La presencia de armas, en particular de destrucción masiva, exacerba estos desafíos y puede tener consecuencias catastróficas para la población civil. Adicionalmente, son los países en desarrollo los que están en desventaja en la carrera armamentista y de sufrir costos económicos significativos para mantener una presencia militar.

Los esfuerzos de desarme y de la no proliferación pueden ayudar a abordar estos retos al reducir la probabilidad de conflicto armado y promover la cooperación internacional. Al reducir la cantidad de armas en circulación, los esfuerzos de desarme ayudan a prevenir la escalada de conflictos y minimizan el riesgo de violencia catastrófica. Los esfuerzos de desarme liberan recursos que pueden usarse para fines humanitarios y de desarrollo, incluidas la educación, atención médica e infraestructura, garantizando una seguridad sostenible. (O)

René José Betancourt Cuadrado, abogado, La Haya, Países Bajos