Jamás imaginé que al comprar por internet unos efectos personales en el exterior y tramitar su envío a Guayaquil contrataría con una empresa, Correos del Ecuador, que cobra por adelantado y se demora más de un año en entregar las cosas a los usuarios.

El 19 de mayo de 2020 el presidente Lenín Moreno emitió el decreto que dispuso la extinción de la Empresa Pública Correos del Ecuador, por la crisis económica del país. Ese mismo día, quien fungía como ministro de Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información (Mintel), Andrés Michelena, explicó en un comunicado que Correos del Ecuador no dejará de funcionar y sus competencias se trasladarían por concurso público de concesión, abierto y transparente, a la administración de una empresa privada que tenga suficiente capacidad y solvencia técnica y financiera para gestionar todos los servicios postales. Este ofrecimiento no cumplió, los usuarios de esta entidad sufrimos viacrucis para retirar paquetes postales. En su página web ‘Avísalo’ de envíos postales, consta que tengo cuatro paquetes signados con los códigos UA316368439TO, UA316215903TO, UA316494733TO, UM375150262CN, que desde el 16 de marzo de 2020 duermen el sueño eterno en esa oficina. A más del valor que pagué en el exterior, devengué $ 3,49 por cada paquete a la empresa pública. Aparte, mi hermana me envió de Fráncfort, Alemania, un paquete en diciembre del 2020 y no llega a mi domicilio. La misma empresa, Correos del Ecuador, anunció que tiene casi un millón de paquetes rezagados desde el 2017. Pido al presidente Lasso que decrete soluciones a los inconvenientes que miles de usuarios soportamos por la lentitud o paralización de este servicio público. La Ley General de los Servicios Postales prevé indemnizaciones por daños a los usuarios. (O)

José Luis Ponce Núñez, sacerdote, Guayaquil