Los ecuatorianos debemos entender que la corrupción nos ha endeudado a dos o tres generaciones; la deuda con el FMI no es dinero que se invirtió en obras para el desarrollo del país ni para sacar a la gente de la pobreza, los únicos que salieron de la pobreza fueron los que nos gobernaron los últimos doce años, saquearon los recursos del Estado en obras inútiles, como El Aromo, Coca Codo Sinclair, la refinería de Esmeraldas, los contratos con Petro–China, para citar las más emblemáticas en un sinnúmero de obras con sobreprecio que se hicieron.

La corrupción está enraizada en todos los estratos sociales del país porque nadie va a la cárcel. La impunidad está garantizada en la Constitución de Montecristi.

Esas constituciones fueron el caballo de Troya del Foro de Sao Paulo para tomarse la región, como lo estamos viendo ahora. La única manera de terminar con esto y de una vez por todas es traer a la Comisión contra la corrupción de la OEA, y pedir el apoyo de la prensa y la sociedad para que insistan en esto, porque la raíz de la corrupción es la impunidad. Si el presidente Lasso cree que las denuncias de corrupción son infundadas, el mejor momento para limpiar el honor y la sombra de toda duda es traer dicha Comisión porque el que nada debe, nada teme. (O)

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Juan Orus Guerra, arquitecto, Guayaquil