El suelo es la fábrica de la biodiversidad, da alimento por millones de años a toda especie de seres vivos.

En un manto verde fértil se sucede el milagro de la vida, el homo sapiens toma lo necesario para vivir. El hombre moderno usa su ingenio, evoluciona, estandariza la producción, inventa la máquina con chimenea arrojando residuos, y necesita combustible, arranca de la roca minerales, carbón, de la tierra gas y la energía del sol captada en eras geológicas, y petróleo que, a la quema del gas, produce lluvia ácida y contamina el agua. Su extracción desmedida agota las reservas del planeta.

En el Ecuador el negocio petrolero con empresas extranjeras ha sido lesivo por los laudos, enormes pasivos ambientales y el perjuicio al interés nacional. En 1972 el Gobierno ecuatoriano aplicó una política nacionalista a la minería, al negocio petrolero; modificó la ley de hidrocarburos enunciando que el crudo que se extrae sea solo con el exclusivo propósito de que se industrialice en el país, dando soberanía energética. Fundó la estatal CEPE, construyó gran parte de la actual infraestructura petrolera, red de oleoductos, almacenamiento, refinerías; con personal ecuatoriano entró a operar la industria petrolera en licenciamiento y fases de exploración, explotación, refinación, comercialización y transporte; creó empleos, creció la estatal y activó el desarrollo del país. Por compra de acciones absorbió a las compañías transnacionales Anglo, Texaco–Gulf y se constituyó en CEPE–Texaco e ingresó a la OPEP. En 1989 se crean: Petroamazonas, operando exploración y explotación. Petroecuador, en refinación, comercialización y transporte de hidrocarburos; empresas públicas con autonomía de presupuesto. Los oleoductos SOTE y OCP tienen capacidad de transportar los 450.000 barriles diarios de crudo, producidos a un costo de $ 17 cada barril. Al subir producción, Ecuador operará con la empresa pública y que construya un nuevo oleoducto; así de claro. (O)

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Rafael A. Sampedro Coba, arquitecto, Guayaquil